viernes, 26 de octubre de 2018

El hogar en la antigua Escandinavia. La hacienda, la sala, la ciudad, el gran salón real.

El hogar en la antigua Escandinavia. La hacienda, la sala, la ciudad, el gran salón real.

La mayor parte de los antiguos escandinavos eran granjeros y vivían en haciendas dedicadas a las actividades ganaderas. La unidad económica y social de este pueblo era la granja. Estos asentamientos estaban compuestos por una sala principal y algunos edificios accesorios rodeados por una cerca o murete. Las haciendas se construían, por lo general, en lugares elevados que favorecieran la visibilidad y el drenaje del terreno, próximas a un curso de agua. Los campos adyacentes se dedicaban al cultivo de grano, vegetales (guisantes, repollo, cebollas), algunas frutas (manzanas, peras, cerezas, bayas), y sobre todo del pasto, necesario para alimentar al ganado durante el invierno.
Hacienda. Fuente: www.q-files.com

La actividad ganadera fue fundamento de la hacienda nórdica, especialmente el ganado bovino. Tal importancia quedó plasmada en el lenguaje, pues la palabra para «ganado» y «dinero» fue la misma. Las vacas lecheras, de menor alzada que en la actualidad, con unos ciento veinte centímetros de altura, proporcionaban leche que podía procesarse en alimentos de fácil conservación, además de carne. No tenían demasiados toros. La mayoría se sacrificaban. Eran una ofrenda habitual en los ritos, antes del invierno, para evitar que consumieran el forraje almacenado.
Las ovejas tuvieron su significación, apreciadas por su lana, su leche y carne. Se criaron caballos, el hermoso y resistente caballo norteño, de poca alzada, muy similar a los actuales caballos islandeses, no solo por su utilidad para la monta y el acarreo, sino también por su carne, muy estimada. Fueron animales de una especial consideración, utilizados en los sacrificios, en los banquetes rituales y en las peleas de potros. No hay saga antigua que no mencione con deleite la hermosura de algún caballo y encontramos más animales domésticos vinculados a las haciendas: cabras, cerdos, perros, gatos, ocas…
El cultivo de heno resultó esencial para mantener a todos estos animales durante el duro invierno norteño. El ganado se estabulaba y alimentaba con las reservas de forraje, de manera que la cantidad de ganado que sobrevivía a los fríos estaba estrechamente vinculada a la producción y el almacenaje de heno. En un cálculo aproximado que debe tomarse como mera orientación, se necesitaron más de dos toneladas de heno por cada vaca estabulada durante esta estación. Una granja media podía tener alrededor de veinte a cuarenta vacas lecheras. En un buen año podían producirse entre 0,5 y 0,9 toneladas de heno por hectárea. Esto supone que las granjas grandes requirieron de veinte a ochenta hectáreas de tierra dedicada al cultivo de heno para mantener su ganado durante el invierno.
Reconstrucción de hacienda en Lejre. Fuente: www.visitdenmark.nl
La recolección, la caza y especialmente la explotación de los recursos marinos (algas, peces, moluscos y ballenas) completaban la economía alimentaria de las haciendas nórdicas. Esta estructura de asentamiento se empleó desde tiempos previos a la era vikinga, y fue utilizada en las colonias escandinavas, con algunas modificaciones según los materiales de construcción y las posibilidades del entorno.

La sala
La sala era el edificio principal y el fundamento de todo asentamiento. Sus dimensiones oscilaban de los cinco a siete metros de ancho y de quince a setenta y cinco de largo, según la riqueza y el estatus del propietario. Los muros, dependiendo de la materia prima disponible y de variantes regionales, podían ser de piedra, madera, zarzo e incluso turba. Estas paredes se combaban hacia afuera, siendo más gruesas en su parte media que en los extremos, y podían aparecer apuntaladas por postes de madera.
Estructura, pilares, puntales y vigas eran siempre de madera. Los troncos de calidad y de la dimensión apropiada para la construcción no siempre estuvieron disponibles, y eso condicionó las características de los salones. Basta pensar en la escasez propia de asentamientos insulares de clima desfavorable, como Groenlandia e Islandia, y añadir que en la propia Escandinavia de origen la buena madera para construcción no estaba al alcance de todos. Como muestra, señalar que se ha observado una merma en las calidades constructivas de los navíos según avanzó la edad vikinga, en relación con la menor disponibilidad de madera apropiada.

Plantas de salas de diferente estatus. Fuente: madaconservation.org
Los pilares y demás elementos estructurales iban apoyados sobre basas de piedra que aportaban cimentación y aislaban la madera del contacto con el suelo, protegiéndolos de la podredumbre. El entramado de columnas sustentaba el tejado y los muros apenas soportaban tensiones de carga. La unión de estos elementos se realizaba mediante diferentes ensamblajes y clavijas de madera, antes que con clavos de hierro. La estructura interna consistía en dos líneas paralelas de postes de madera soportando las vigas. Estas líneas de pilares dividían el interior en tres espacios. El corredor central, más ancho, era tierra apisonada, en ocasiones enlosada con placas de piedra. El foso para el fuego estaba situado en el centro.
En los corredores laterales se elevaban los bancos, de madera o de tierra apisonada cubierta de madera. Eran profundos, de un metro y medio, y proporcionaban una superficie donde sentarse, comer, trabajar y dormir. Según las dimensiones de la sala y las necesidades, podía existir un banco a cada lado o solo en uno de los lados. No resultaba inusual encontrar bancos en salas de trabajo, como en la sala de las mujeres, de menor fondo, destinados tan solo a lugar de asiento. Cerca de la unión entre la pared y techo había unos agujeros para facilitar la evacuación del humo y permitir algo de iluminación natural. En ocasiones eran algo mayores y cumplían la función de ventanucos que podían cubrirse para mantener el calor interior. La luz natural entraba a través de las puertas abiertas y de estas limitadas aberturas, por lo que las salas eran oscuras y ahumadas, excepto en los días de mejor tiempo, en los que podían abrirse puertas y ventanas. Lámparas simples, fabricadas en piedra vaciada, donde quemaban aceites de origen animal, proporcionaban algo de iluminación suplementaria. Podía haber más de una puerta exterior en el edificio, habitualmente protegida por un soportal, con objeto de facilitar el acceso a las dependencias de trabajo.


Sala tipo. Fuente: ancient-origins.com




Algunas casas contuvieron objetos colocados bajo elementos estructurales, que han sido interpretados como ofrendas de culto. Se han encontrado hojas de lámina de oro repujada debajo de algunos puntales importantes, huesos de animales enterrados bajo los muros y puntas de lanza. El interior de las salas solía estar dividido en habitaciones mediante paneles de madera.
  • En ese caso, podemos encontrar distintos espacios:
  • Entrada o recibidor que hacía las veces de almacén, guardarropa de trabajo y de aperos y dormitorio de esclavos.
  • Espacio central multipropósito.
  • Cuadras.
  • Sala de las mujeres.
  • Salas de la familia, o lugares de reunión menos públicos que la habitación principal.
  • Letrinas.
  • Almacenes más o menos especializados (cubas, de heno, de alimento seco, etc.).
Ciertas partes de la bancada principal se cerraban con paneles de madera formando alcobas para los habitantes de mayor rango. Dentro, las pequeñas camas sugieren que se dormía reclinado o sentado. Las viviendas contaban con escaso mobiliario, destacando la existencia de cofres y arcones. Aparecían taburetes sencillos, de tarugos o de tres patas. El tan simbólico sitial no era una silla o trono, sino un lugar de honor destinado al cabeza de familia. En algún caso puede tratarse de una simple plataforma baja que hacía destacar a quien se sentara en ella. Tras el sitial se levantaban unos postes tallados, cargados de significado y vinculados al tutelaje espiritual familiar. Las familias pudientes decoraban sus muros con paneles de madera tallados, pinturas, telas, escudos decorados y tapices.

La ciudad
Existió cierto urbanismo a instancia de los reyes poderosos de la era vikinga. Centrándonos en Escandinavia, encontramos que en algún caso fueron asentamientos vinculados a antiguas sedes reales, como Upsala, pero, mayoritariamente se trató de ciudades-puerto comerciales creadas bajo el impulso real y su tutela, imprescindible para garantizar cierta paz comercial que permitiera el intercambio de mercancía, actividad que generaba ingresos a los soberanos en modo de impuestos. Estas ciudades podían no tener una vida muy dilatada, y muchas de las fundadas en un primer momento, a comienzos del siglo viii, desaparecieron y fueron sustituidas por ciudades de nueva creación a partir de siglo x.
Las ciudades se dieron en lugares de fácil acceso para los comerciantes, puertos localizados en enclaves estratégicos vinculados a las rutas comerciales de los nórdicos. La propia Escandinavia servía de centro y unión entre las rutas del este (rusas, bizantinas, árabes) y del oeste (inglesas, irlandesas y francas). Contaban con unas leyes que las regían de manera particular, suponemos que principalmente referidas a materia de tasas e impuestos, y estaban férreamente controladas por los reyes, mediante las figuras de representantes reales.
Recreación del asentamiento de Birka. Fuente: imgur.com


Estos asentamientos podían tener una ocupación continuada, pero la estacionalidad marcaba el número de habitantes. La climatología condicionaba el transporte de productos, y por lo tanto el número de personas vinculadas a su manufactura, intercambio y distribución. Los centros comerciales aglutinaron un entramado de artesanos especializados en la producción de bienes comerciales más que objetos de consumo cercano. Son frecuentes los talleres de distinto tipo. Dado que los habitantes no requerían producir lo que consumían, no vivían en haciendas ganaderas diseminadas como el resto de la población, sino en casas de menores dimensiones (cinco por diez metros en los ejemplos de Hedeby), con una sola habitación o divididas en talleres, almacenes, hornos… Los talleres podían ser exteriores. Una cerca ligera delimitaba las parcelas. Los techos de las casas casi se tocaban entre sí sobre los caminos pavimentados de madera. Podían darse viviendas de construcción más sencilla, de adobe o zarzo, o incluso de tiendas de tela, de uso estacional. La basura y restos se acumulaban en montones.
Estas ciudades estaban habitadas y compartidas por otros pueblos, aliados o socios comerciales, como curios, frisones, gotlandeses, eslavos, fineses… que, suponemos, aportaban sus propios usos constructivos, toda vez que se han encontrado sugerencias de la existencia de puertos separados, o la clara muestra de cementerios más o menos compartidos de distinto origen y tradición funeraria.

El gran salón real
A lo largo de la historia del pueblo escandinavo se dio una evolución estructural de la sociedad, desde pequeños grupos sociales independientes que compartían normas y costumbres, hasta la existencia de reinos supraregionales. Este cambio, desarrollado desde la Edad del Hierro escandinava y en su apogeo entre los siglos vi y viii, se debió a crisis (empeoramiento climático, pandemias) e impulsos (adopción de la vela en las embarcaciones, mayor abundancia de oro llegado a través de la estructura romana) y supuso el surgimiento de una élite de corte guerrero que aglutinó poder y riqueza en torno suyo. Estos caudillos, aunque ejercieron su influencia en un ámbito territorial y humano limitado, cambiaron la estructura social.

Alzados y planta de gran salón . Fuente: arqueolugares.blogspot.com
Incapaces, por la dispersión geográfica y política propia de la Escandinavia, de crear y sostener un entramado que les permitiera ejercer un control efectivo sobre el territorio, debieron valerse del poder ejercido de manera directa, esto es, vincularse a grupos de guerreros especializados que los respaldasen. Estas estructuras, de corte claramente germánico, son una evolución del antiguo comitatus. Organiza así el jefe su grupo de guerreros vinculados, su hird, y establece un dominio casi militar del territorio. Esto requiere, por una parte, un aporte económico importante que les permita vivir y equiparse de acuerdo con su condición de guerreros profesionales, y por otra, la elaboración de un imaginario de prestigio  alrededor de estas castas.






Planta de gran salón. Fuente: hurstwic.com


Nació la necesidad de vivir en un tiempo de conflicto casi constante. Conflicto que justificase la propia existencia de bandas guerreras y que permitiera una entrada de botín continuada. El prestigio fue sencillo de asociar a vistosos hechos de armas, a actuaciones de valor y heroísmo que, a instancias de los mismos caudillos, quedaron plasmadas en narraciones, poemas, sagas y cantos. Tan efectiva resultó esta campaña de reorganización social que se cree pudo incluir o influenciar a la propia práctica religiosa, no solo otorgando al caudillo un mayor papel prominente como oficiante religioso-ritual y sacrificador, sino también alterando la propia estructura del panteón nórdico. Así pues, ¿qué son Odínn y sus guerreros, el Valhöll mismo, el ideal de morir en batalla, sino una transposición de esta nueva estructura? La posición prominente de Týr en los episodios del Ragnarök y ciertas de sus atribuciones, tal vez reminiscencias de un pasado en el que ostentó mayor estatus, contrastan con el escaso papel de este dios en el resto de las «historias de los dioses». La numerosísima toponimia vinculada al dios Thórr, indicativa de la gran estima que despertó su culto, sus aspectos originales de dios campesino, vinculados a la producción y las cosechas, contrasta con el papel subordinado y su inclinación hacia el contexto guerrero posterior. ¿Fue la religión modificada por una élite que «creó» un dios, Odínn, a su imagen y semejanza, y distribuyó al resto de dioses, modificó sus aspectos y áreas de influencia, para adaptarlos en un reflejo del nuevo orden social?
Odinn
Los caudillos necesitaron de un lugar donde alojar estas «cortes de guerreros», al mismo tiempo que requirieron de un medio para demostrar su poder, riqueza y estatus. Surgieron los grandes salones, monumentales residencias reales desde las cuales los poderosos ejercían su influencia en el territorio puesto bajo su arbitrio. Dada la dispersa población y la compleja geografía, así como la falta de poder efectivo «más allá del alcance de su espada», cada rey dispuso de varios salones grandes entre los cuales viajaba. No existió una sede de poder única, y la corte, si podemos llamarla así, estaba donde estaba el rey. Recorría su reino acompañado de su hird, alojándose en sus múltiples residencias, e imponían su autoridad de una manera tangible, directa. En su ausencia, estas ostentosas viviendas eran un monumento a su poder y autoridad.
Como hemos visto, la religión muestra la impronta de estas sedes de poder cargadas de simbolismo, con todas las grandes residencias de los dioses mencionadas en los textos, con el Valhöll a la cabeza. También las encontramos innumerables veces en la literatura heroica y en las sagas. Para ilustrarlo basta mencionar el Heorot (Salón del Ciervo) del Beowulf, el gran palacio del rey Hroðgar, descrito con una carga y significado enormes.
Estas viviendas monumentales fueron erigidas sobre cerros naturales o terrazas artificiales, en centros de arraigo cultural y social. No estaban exentas de connotación religiosa y se emparentaron con la historia, real y legendaria, de un pueblo o linaje determinado. Así pues, las sedes aparecen junto a lugares de enterramiento muy anteriores, continuados o no, y sufren numerosas modificaciones y remodelaciones. Las casas reales del siglo ix se levantan en el emplazamiento de mansiones anteriores datadas en la era de Vendel (550-793 d. C.), o incluso antes, y en ocasiones dan muestra de una ocupación interrumpida. En un mundo donde la familia y la pertenencia a una estirpe son de vital importancia social, no cuesta imaginar la existencia de lugares ancestrales, sedes casi legendarias enraizadas en el tiempo, asociadas a un linaje antiguo.

Gran salón recreado en Lofoten. Fuente: wordandsilence.com

En lo físico, eran estas grandes salas un modelo magnificado (hasta ochentaitrés metros de largo) de la sala común escandinava descrita más arriba, y mantenían sus características y detalles en una dimensión mayor y con excelentes calidades de materiales y acabados, especialmente la habitación de banquetes, como lugar central social y destinado al culto.
Krake

 

sábado, 13 de octubre de 2018

Religión, rito y magia en la antigua Escandinavia


Religión, rito y magia
La mitología nórdica nos ha llegado a través de inscripciones y representaciones en diferentes objetos ( de culto, rituales, en monumentos funerarios), del estudio de los enterramientos y ajuares, de unas pocas crónicas mas o menos contemporáneas no exentas de elementos dudosos o confusos y, sobre todo, a través de los textos de las sagas y Eddas. La consideración de las sagas como fuentes históricas vendrá tratada en otro artículo y añadiremos aquí el particular caso de las Eddas.
Por motivos (y equívocos) historiográficos y mera convención, se dio el nombre de Eddas a dos colecciones dispares de textos que tenían en común el tratar sobre historias de la mitología nórdica. Tenemos pues la Edda mayor o poética, una compilación del siglo xii de poemas y narraciones antiguas, de material épico-mítico del norte, y la Edda menor o prosaica, escrita en el mismo siglo por el autor islandés Snorri Sturluson como una ayuda para que los autores coetáneos, desconocedores de las historias antiguas, entendieran las referencias mitológicas de la elaborada poesía producida entonces. Tal vez esta justificación dada por su autor y otros asuntos, como el acomodamiento de los dioses antiguos a la explicación evemerista, pretendiera hacer aceptable la trasmisión de las antiguas historias del panteón nórdico.

Edición de la Edda de Snorri. Fuente: www.ancient.eu
Esto significa que las más importantes fuentes donde se preservó la mitología antiguo-nórdica no solo compilaron material de fecha tardía, cuando ya Escandinavia formaba parte del horizonte europeo y poco perduraba de aquel mundo antiguo anterior al cristianismo, sino que se trató de textos no doctrinales ni religiosos, compuestos con una función muy diferente a la trasmisión religiosa.
Tampoco es correcto considerar la religión como algo estático, no sujeto a evolución o variaciones en el tiempo y espacio. Ya hemos mencionado la posible modificación del panteón en función de los cambios de estructuras sociales, y añadiremos la importante presencia en el material reflejado por Snorri, autor islandés, no lo olvidemos, de una mitología que refleja casi sin duda la particular idiosincrasia geológica islandesa, con un mundo de hielo y otro de fuego en la cosmogonía mítica, y la aparición en su texto de influencias, referencias y trasposiciones de asuntos y episodios propios del cristianismo.
Hecho este descargo, queda señalar que existe alguna verdad histórica en estos textos, un reflejo o eco del auténtico material del norte antiguo, aunque conviene abordarlos con cautela, toda vez que resulta muy tentador el encontrar respuestas donde parecen dar contestación a nuestras preguntas. A pesar de que tenemos cierto conocimiento de los mitos que forman la base de la religión nórdica, apenas conocemos nada sobre el rito y las prácticas de esta. Los autores que nos legaron los textos con referencias mitológicas, como personas de su tiempo, plenamente cristiano, no tenían interés ni gusto por el culto antiguo. Hay una importante intención doctrinal y de propaganda religiosa en las sagas medievales, y podían tolerarse las referencias «artísticas» o «culturales» a dioses paganos, muchas veces adaptados a los tiempos mediante un enfoque evemerista (esto es, asumiendo que los antiguos dioses, Odínn, Thorr, Freyr… no eran sino caudillos destacados que el pueblo inculto elevó a la categoría de dioses), pero nunca se aceptarían relaciones de culto o práctica pagana, de no ser plenamente instrumentalizada con objeto doctrinal.
Toponímicos relacionados con Thorr en Noruega
En las sagas aparecen algunos ritos y referencias a cultos y templos, pero son muy cuestionables e imprecisos, puede que transposiciones de asuntos cristianos o invenciones, muchas veces intencionales, para favorecer la acción de la Iglesia que, no lo olvidemos, combatió activa e intensamente este culto, a la vez que se sirvió de la asimilación de usos antiguos. En ocasiones, estas muy probables transposiciones de realidades cristianas (descripciones de templos, rezos, ritos, costumbres....) se debieron simplemente al desconocimiento de los autores, que no conocían o entendían otros modos religiosos que los propios, esto es, cristianos.
Rito propiciatorio a Thorr, en pintura deJ. L. Lund

De la religión antiguo-nórdica podemos decir que no era una institución dedicada, pues formaba parte de la vida ordinaria. Tanto es así que no existía una palabra para «religión», pues se referían a ella como «usos» o «costumbres». No contaba con una organización regular o un personal especializado que se dedicara al culto. Los principales responsables de las prácticas y celebraciones eran los cabezas de familia, los jefes de la comunidad o los reyes, sin perjuicio de que todo hombre pudiera interactuar con la divinidad. Los dioses eran considerados cercanos y se hacía referencia a ellos de forma familiar y emotiva. Es común la preferencia de uno sobre los demás, con el que se establecía una especial conexión y al que se denominaba «mejor amigo». En las sagas se menciona a gentes que decían no creer en los dioses, en ninguno de ellos, sin recibir represarías sociales.
A pesar de que encontramos referencias y cierto registro arqueológico de la existencia de templos o lugares dedicados a sacrificios y banquetes, los ritos se celebraban mayoritariamente en los propios hogares y en lugares exteriores de especial significado: árboles, cruces de caminos, formaciones geológicas, bosques, cascadas, corrientes de agua.
Como la religión imbuía la vida, estaba presente en casi todas las etapas y momentos de esta: los cambios de estación, los nacimientos, bodas y muertes, el comercio, los juramentos, las asambleas, los actos sociales…
La práctica se fundamentaba en la realización de sacrificios y banquetes propiciatorios, que pretendían asegurar el orden establecido. Mediante estas ofrendas se establecía un canje, un «te doy para que me des», y se solicitaba a las deidades su protección. Según el momento, estos rituales involucraban a una familia, o a grupos mayores, hasta todo un reino.
Recreación (invención) del rito de dísablót, de August Malmström

El culmen del acto social nórdico, la asamblea, era también un episodio religioso comunitario. En los banquetes, los animales se sacrificaban y su carne se consumía comunitariamente, lo que reforzaba los lazos del grupo. Era habitual ofrecer la sangre de los animales sacrificados a los dioses, tal vez aspergiéndola sobre los ídolos, o ahorcarlos de árboles como ofrendas. Las fuentes hablan de la existencia de sacrificios humanos y se han encontrado restos arqueológicos que lo confirman. Los sacrificados eran por lo general de ínfima clase social, aunque no faltan menciones literarias a reyes fallidos sacrificados por su pueblo para atraer la buena suerte, o reyes que sacrificaban a sus vástagos a cambio de alargar la propia vida.
No solo a los grandes poderes, los dioses, se sacrificaba. Otras muchas criaturas sobrenaturales compartían la existencia de los nórdicos y debían ser aplacadas, propiciadas mediante ofrendas o ritos concretos, para evitar problemas o para conseguir un beneficio de ellas. Alfar (elfos), dvergar (enanos), jótnar (gigantes), draugar (no muertos), disir (espíritus femeninos relacionados con la protección y la fertilidad), landvaettir (espíritus de la tierra-territorio), fylgjur (espíritus personales guardianes)… Tan vigentes en la vida de estas gentes que se mencionan hasta en los códices legales y, aún hoy, son objeto de consideración en las tradiciones y el folclore de los países escandinavos.

Magia
En el nórdico antiguo se llamó seiðr a un tipo de magia practicado en la antigua Escandinavia. Es un término para referir un conjunto de conocimientos y técnicas ocultos que se encuentra en el límite entre la religión y la magia. El seiðr, conectado con la religión nórdica, tenía características chamánicas e involucraba prácticas adivinatorias y rituales relacionadas con cantos. Se trataba de una práctica muy vinculada a las mujeres, a las que se llamó seiðkonas o völvas, mujeres poseedoras de un especial y secreto conocimiento que podían usar para causar daño o beneficio. Existieron practicantes masculinos, a pesar de que debieron sufrir el importante tabú social de ejercer una actividad femenina.
Recreación de völva. Fuente: aminoapps.com
Se han encontrado restos arqueológicos y ajuares asociados a esta práctica. La figura de la seiðkona o völva aparece muy degradada en las sagas históricas, donde, en la mayoría de los casos, se las presenta como brujas paganas. Las fuentes literarias mencionan otros tipos de magia, menos especializada, pues parecían estar al alcance de practicantes no especializados, fundamentados en el uso de las runas, en letanías o conjuros y en el empleo de gestos y actos simbólicos, así como en sueños proféticos.






Krake

martes, 9 de octubre de 2018

Hijos de las Llanuras I: Los escitas.

Saludos. Inauguramos una nueva serie sobre los pueblos de las llanuras y las estepas, porque es un hecho que algunos de los mayores cambios en la Historia se forjaron en los infinitos páramos del centro y este de Europa, y centro y norte de Asia.
Nuestra primera edición tratará de los escitas, un pueblo que dejó una profunda huella en la Historia. Hasta casi mil años después de haber desaparecido, la región que ocuparon siguió llamándose Escitia, por ejemplo.
Jinetes escitas. de Angus McBride para Osprey

Los escitas eran un pueblo ario procedente de las llanuras de Asia. Irrumpieron violentamente en las crónicas en el siglo VII a.d.C. Como pueblo se organizaban en tribus dirigidas por reyes, auténticos y legendarios soberanos de las llanuras. Dice Herodoto que los maságetas presionaron a los escitas hacia el oeste, y éstos a su vez, desplazaron a otra tribu cuyo nombre seguro que nos pone los pelos de punta: los cimerios. En otras fuentes he encontrado a los maságetas listados entre las tribus escitas. En la descripción de Herodoto, también distingue entre “escitas” y otras tribus que hablaban y vestían como los escitas. Lo que no sé es por qué las diferencia, entonces. Por las máscaras funerarias se sabe que su aspecto no debía diferir mucho del europeo medio.
Los escitas eran grandes jinetes, y en la guerra, eran temibles arqueros a caballo. El arco escita, más bien pequeño para poder ser utilizado cómodamente a caballo, compuesto de madera, hueso y tendones de animales, recurvo, era un arma formidable. Los jinetes, además, portaban un característico carcaj llamado “gorytos”, que contenía tanto las flechas como el pequeño pero potente arco. Además, los nobles escitas formaban una élite de caballería, con mejores armaduras y ciertas piezas precursoras de futuras bardas de caballería. Se equipaban con lanzas, jabalinas, hachas “sagaris” (que fue adoptada por muchos persas y luego por los macedonios) y escudos, y con el tiempo fueron desarrollando tácticas de choque, aunque nunca abandonaron los arcos como arma. La armadura típica escita consistía en un corselete de cuero con piezas de 
hierro para los arqueros a caballo. Además, los escitas desarrollaron las primeras cotas de escamas de hierro o bronce cosidas solapadamente sobre los corseletes de cuero. Como yelmos, tenían tanto yelmos de láminas de bronce como sus tradicionales gorros de fieltro picudos (gorros frigios, similares a los de los tracios, por ejemplo), reforzados con escamas metálicas. También solían adornarse con abundante orfebrería, tanto ellos como sus monturas.
Las espadas escitas medían unos 70 cm. de largo en total, y fueron evolucionando con el tiempo: de una hoja recta de dos filos se fue cambiando a una hoja en forma de triángulo isósceles, de un solo filo. Las empuñaduras y las hojas estaban profusamente decoradas. Algunas eran auténticas obras de arte.
Posteriormente, algunas tribus escitas se asentaron y se volvieron agricultores alrededor del Mar Negro. Estas tribus redujeron su caballería y comenzaron a aportar infantería competente, básicamente arqueros y tropas auxiliares.
Jinete con hacha sagaris. Mcbride para Osprey
La cultura escita estaba muy ligada a la guerra. Aunque rendían culto a “Zeus” y “Hera” (sus equivalentes escitas, quiero decir), su culto principal era al dios de la Guerra. Por la llanura erigían terribles y misteriosos altares: amontonaban matorrales secos haciendo una tosca plataforma elevada de planta cuadrada de varias decenas de metros de lado, y en su centro, clavaban una espada. Cuando cogían prisioneros, uno de cada cien era degollado y su sangre se vertía a la espada, y luego se le despedazaba y se arrojaban sus miembros por ahí.
Cuando un escita mataba a su primer enemigo, debía beber su sangre. Como trofeos tomaban cabelleras y caras de sus enemigos. Herodoto describe con detalle los cortes que practicaba los escitas en la piel detrás de las orejas para sacar el pellejo de la cara de una sola pieza. Luego, estos sangrientos trofeos los colgaban de sus sillas. Las miniaturas de Chariot (Magíster Millitum) tienen dos pequeños trofeos de estos acertadamente representados. Los cráneos de sus enemigos muertos eran vaciados, y una vez retirada la “tapa”, servían de macabras copas para el vino.
Cultivaban cáñamo (cannabis) para hacer sus ropas, que, según Herodoto, no se diferenciaba apenas del lino. Además, con sus semillas, quemadas en saunas, se daban baños de humo que, según el autor de Halicarnaso, “les hacía proferir exclamaciones de placer”. No se lavaban de otra manera. Y para vestir, teñían sus ropas y portaban abalorios. Sus escudos se decoraban con estilizados motivos de ciervos y otros animales de las llanuras.
Cuando un rey escita moría, era vaciado y rellenado de incienso y especias, y embalsamado de esta guisa, se hacía una gran fosa y se le enterraba con sus armas y luego se tapaban, haciendo montículos de barro. Además, hasta cincuenta de sus sirvientes eran estrangulados junto a sus caballos. Luego se vaciaban sus tripas y se rellenaban con paja, y se les empalaba a soportes, de manera que quedaban como “guardianes” de ultratumba alrededor del túmulo de su rey.
Las mujeres solían luchar junto a los hombres, y no era infrecuente que hubiera reinas guerreras entre los escitas ( Ciro el Grande fue derrotado y muerto por la reina de los maságetas). En un sistema táctico que no dependía de la fuerza física propia, sino más bien de la maestría como jinetes, todos los miembros de las tribus, acostumbrados a disparar el arco desde pequeños, eran útiles.
El caso es que los cimerios ocupaban las praderas situadas al norte del Mar Negro. También era un pueblo organizado en tribus, de economía ganadera, y eran grandes jinetes. No he encontrado mucha más información sobre ellos, pero Herodoto sí dice que en su época, podían verse murallas cimerias en las tierras de los escitas, lo que parece indicar que tenían algunos asentamientos estables.
Nobles. Ilustración de Mcbride para Osprey
Pues bien, en el siglo VII a.d.C. los escitas eran empujados hacia el oeste, y los cimerios decidieron poner tierra de por medio, y se largaron hacia el oeste de Asia, conquistando Urartu. Los escitas, en su persecución erraron el camino y penetraron en Media, por entonces gobernada por Ciaxares, abuelo del futuro Ciro el Grande, el Aqueménida. Los escitas vencieron a todos los ejércitos que marcharon contra ellos. Dominando la política de Media, marcharon junto a sus ejércitos contra los asirios, destruyendo su civilización, y llegaron a saquear Nínive. Luego siguieron hacia Egipto, y sólo tras arduas negociaciones y un enorme tributo, el faraón Samético I los convenció para que dieran media vuelta.
Durante veintiocho años, Oriente fue un caos. Los escitas impusieron tributos, pero luego no dudaban en saquear a los mismos tributarios. Iban y venían a su antojo y finalmente, Ciaxares tuvo que recurrir a una trampa mortal durante un banquete para eliminar de un golpe de mano a los principales dirigentes. Los escitas se marcharon de nuevo a la misteriosa estepa, y esto dio pie al principio del dominio medo. Herodoto cuenta que cuando los escitas regresaron sus casas, sus mujeres habían tenido hijos con los esclavos, y éstos mostraron resistencia mientras los escitas los atacaron con armas. Pero entonces, uno de los nobles decidió tratarlos como lo que eran, esclavos, y, desmontando, cogió el látigo y caminó decididamente hacia ellos, y éstos huyeron o se arrodillaron pidiendo clemencia. Luego, las tribus desaparecieron en la llanura.
Trofeos. Mcbride para Osprey

Tres generaciones más tarde, Darío I, una vez expandido el imperio persa por Asia, planeó la invasión del país de los escitas entrando desde Europa, lo que exigía cruzar el Danubio. Los jonios hicieron un puente de barcos para Darío, y el ejército persa entró en las llanuras. Los reyes escitas sabían que no podrían vencerles, así que se unieron y se dedicaron a hacer marchar a Darío tras ellos, siempre a un día de viaje por delante, hacia el interior de la estepa. Atrajeron a Darío hasta territorio de tribus reticentes a aliarse con los escitas, para forzarles a que lo hicieran, y todo funcionó.
Tras varios meses, los escitas por fin formaron para la batalla frente al cansado y desmoralizado ejército de Darío. Entonces, dice Herodoto que apareció una liebre y algunos jinetes escitas desmontaron para correr despreocupadamente como niños tras la liebre. Darío se convenció de que no se podía vencer a gente así, de modo que dio la vuelta. Los escitas, como conocían mejor su territorio, se adelantaron hasta el puente sobre el Danubio, e intentaron convencer a los jonios para que se largaran. Éstos fingieron hacerles caso y se escondieron en la orilla sur. Cuando Darío llegó con sus famélicas tropas al río, se le cayó el alma a los pies, pero entonces, un griego de potente voz les gritó desde la otra orilla, y los persas respondieron. Esto era una verdadera proeza, porque por la zona donde cruzaron, el Danubio tiene varios kilómetros de ancho. (Si no habéis visto del Danubio no podréis entender lo que es un WW. Eso sí que es un río).
Muchos escitas entraron en contacto con los griegos, y sirvieron de mercenarios. En la lista de hoplitas tempranos atenienses hay una opción de 4Bw que representan los arqueros mercenarios de Pisístrato, tirano de Atenas, por ejemplo.

De lo poco que quedó de Zopirion. Fuente, Wikipedia
Después de la campaña persa, pareció que los escitas se agitaban como si hubieran movido un avispero. Se envalentonaron y comenzaron una larga serie de ataques y pequeñas invasiones sobre Tracia a lo largo de los dos siglos siguientes, llegando hasta el Quersoneso. Tras las guerras médicas, se aliaron con el rey espartano Cleómenes para invadir el imperio persa, aunque sus planes no llegaron a fructificar. Y a mediados del siglo IV a.d.C., cuando Macedonia comenzaba a surgir con fuerza bajo el mando de Filipo II, el interés sobre Tracia hizo que Macedonia y los escitas se enfrentaran en una gran batalla, dirigidos por un legendario rey de las llanuras: Ateas, el de larga vida. Murió con noventa años luchando al frente de sus jinetes, vencido por los macedonios. Esto comenzó una lenta decadencia de los escitas, aunque sólo nueve años más tarde, Zopirión, de Alejandro Magno en Tracia, envió una expedición de 30.000 soldados contra una colonia griega en el Mar Negro, Olbia. Estos pidieron ayuda a los escitas, y tras resistir el asedio y obligar a los macedonios a retirarse, los escitas no desaprovecharon la oportunidad de "renovar la vajilla", y ninguno de los macedonios regreso jamás de las llanuras.Intentaron no obstante, mantener cierta influencia en la zona del Bósforo, llegando incluso a participar en guerras civiles de dichos reinos entre los herederos.
Aún el joven Alejandro tendría que enfrentarse una vez más contra los Saka, pero en el extremo asiático de la llanura. Tras su conquista de Bactriana y su avance hacia la India, los sakas se rebelaron en la Transoxiana, y esto le obligó a retroceder para pacificarlos.  Esta es una de las batallas más desconocidas de Alejandro, pero el encuentro en el río Jaxartes fue una de las maniobras anfibias más brillantes jamás ejecutadas. Los saka, situados al otro lado del río Jaxartes, parecían impedir con sus arcos el cruce del río. Pero Alejandro ordenó la construcción de unas balsas, equipadas con las ballistas en la proa, capaces de lanzar balas de piedra a gran velocidad. Cuando las balsas se lanzaron al agua, uno de esos proyectiles acabó con uno de los nobles rebeldes, lo que causó gran desconcierto entre los escitas. Cuando llegaron las balsas, de ellas descendieron los arqueros, que formaron un perímetro defensivo que permitió a la caballería y resto de tropas macedónicas desembarcar. Los saka fueron derrotados, y la región pacificada definitivamente.
Cruce del Jaxartes. Tomado de Historykid

Después, aparecieron los sármatas, que vinieron del este, y paulatinamente fueron ganando terreno a los escitas. Éstos se fueron debilitando y desapareciendo en las llanuras ante la presión sármata

Los escitas en los wargames históricos
La lista de DBA que representa a los escitas es la I/43. La misma lista nos sirve para muchos grupos tribales emparentados: cimerios, Hu, getas, maságetas,etc. Como era de esperar, su agresividad es altísima, con un valor de 4.
Las listas se componen básicamente de arqueros a caballo, es decir, LH. Los generales son los nobles, y, como decíamos poseen más equipo para el combate cercano, por lo que son Cv en la primera variante, y Kn en el último periodo escita, el tardío. Además, siempre hay opciones para meter hasta tres peanas de infantería, representando éstas a los escitas asentados en las tierras fértiles del mar Negro, que aprendieron a luchara pie: se trata de 2 peanas de psilois (arqueros a pie) y una peana bien de Aux o bien de Hd.
Casi todas las marcas tienen arqueros escitas a caballo dentro de la gama helenística, persa o macedonia. Magíster Millitum tiene buenos arqueros. Essex tiene la gama completa de escitas (infantería y caballería) dentro de la gama de macedonios. Xyston tiene también miniaturas para toda la gama con más o menos ajuste: Skytian horse archer para las Lh. Persian colonist cavalry para las Cv o Kn de los generales, aunque están preparando minis de nobles maságetas, que nos también nos valdrán perfectamente. Para los psilois podemos usar los Elymaian archers, y para Aux o bien Hd, podemos usar las Persian levies in eastern dress, con escudos “peltas” y lanzas, por ejemplo.
Escitas, de Miniatures Page


A campo abierto son un ejército terrible. Aunque la Lh no tiene factores elevados en el combate, sí ganan de mano en el apartado táctico. Extremadamente rápido, el ejército escita debe aprovechar su movilidad para aislar partes duras del ejército enemigo y eliminar mientras a las más débiles, o bien asaltar campamentos, o rodear por la espalda, etc. En terreno difícil pueden tener dificultades, pero tienen la opción de meter psilois y Aux, si se prevé terreno difícil.

En Field of Glory, la lista está en el libro "Immortal Fire". Se basa en muchos BG de LH con arco/espada, y algunos BG de nobles Irr, armoured. Bow, aunque en el periodo tardí adquieren la capacidad de "lanceros", sin arco, y en el periodo tardío, directamente se convierten en catafractos. También tiene la opción de infantería, con MF Light Spear y arqueros.

En AdlG, son la lista 76. Creo que la han penalizado mucho con mando 2 únicamente. Se compone de 4 peanas de nobles (pesada con arco, pesada impacto o Catafractos, según la época), y la base de arqueros a caballo. LUego se pueden meter algunos arqueros, MF o bien LF. Tiene una curiosa opción para sakas en el 129 a.d.C., en la que se pueden meter un par de peanas de piqueros capturados.
Túmulo funerario, tomado de la estupenda página Arre-Caballo

viernes, 5 de octubre de 2018

Familia y honor en la antigua Escandinavia


Familia y honor en la antigua Escandinavia

La estructura social del nórdico antiguo estaba vinculada a la familia o tribu. Como elemento nuclear importantísimo, único módulo jurídico y político, fundamentó las leyes, costumbres, usos y la vida misma. A pesar del profundo concepto de individualidad nórdico, la persona no podía entenderse aislada, fuera de la pertenencia a un grupo familiar. Varias familias vivían y trabajan en la misma hacienda, compartían la sala, los quehaceres, la fortuna y las desgracias. Esta familia extendida consistía en el cabeza de familia y su esposa, sus hijos, los familiares consanguíneos y políticos, los granjeros o jornaleros que trabajan en la hacienda, los sirvientes y sus familias, además de los esclavos. Una hacienda típica podía haber consistido en un grupo de diez a veinte personas, sin excluir la existencia de granjas pobres mucho menores, una pareja de esposos, por ejemplo, o grandes y prósperas haciendas de decenas de personas.


Granja tipo escandinava. Fuente: www.newingtonnswn.edu.au
Los estratos en los que se dividía la sociedad: libres y no libres, ricos y pobres, hombres y mujeres. Todos estaban reflejados en la organización de la hacienda. Las duras condiciones de vida, el rigor climático, las enfermedades y plagas, así como la violencia del periodo condicionaron la esperanza de vida (unos veinte años) con una mortandad infantil del cincuenta por ciento. Según estimaciones arqueológicas, se trató de una población muy joven. La mitad eran niños menores de quince años. Un quince por ciento tenía más de cincuenta años. Tan solo un dos por ciento vivía más allá de los sesenta.

Grupo familiar. Fuente: www.hurttin.com
En el período vikingo, el honor, la familia y el linaje eran de crucial importancia. La sociedad estaba unida por una serie de tradiciones y normas, cuyo incumplimiento suponía la pérdida del honor y de la aprobación de la sociedad. El concepto de honor, muy diferente al de otros lugares o periodos, resultó de gran importancia como constructor social. En una comunidad como la antiguo-nórdica, que no contaba con un gobierno centralizado, una policía, un órgano ejecutor, en definitiva, la propia seguridad personal y de bienes recaía en el individuo, en su familia, aliados y amigos. La buena consideración social, vinculada de manera imprescindible a la reputación y al honor como una medida de la credibilidad social, era necesaria para asegurarse los apoyos imprescindibles para la propia supervivencia. Sin un sistema escrito, donde todo contrato o pacto era verbal, el cumplimiento de la palabra dada se convirtió en un requisito importante. Toda interacción social estuvo condicionada por la percepción social del honor.

El honor personal se logró a través de atributos particulares, como el coraje, la astucia, la generosidad y el compañerismo, pero trascendió al individuo, ya que alcanzaba y construía la reputación familiar. Los actos personales influían en su honor y en el de su familia. Se trataba de una herencia recibida de los ancestros y un presente para los sucesores, por lo que deseaban preservarlo y enriquecerlo en lo posible con las propias acciones. Se le otorgó, además, gran importancia a la reputación dejada tras la muerte, considerada como la más importante dote; una garantía de pervivencia. El honor trasciende a la persona y a su propia vida. Fama y reputación son todo lo que perdura tras el fallecimiento.
Rito familiar. Fuente: www.historyweddingblogspot.com

Por todo ello, se desarrolló un celo casi excesivo y puntilloso en la observancia de la propia dignidad y se esperó que cualquier merma del honor, independientemente de su magnitud, se corrigiera a toda costa. El deshonor, entendido como el quebranto del estado de dignidad personal, ocurre cuando un individuo sufre algún tipo de injuria sin la exacta retribución o compensación, y daña, por extensión, la honra familiar, la dignidad heredada de los antepasados y el propio legado. En una sociedad tan hipersensible con el asunto, toma muchas formas: ataque físico, sobre todo si implica derramamiento de sangre, robo, daño a la propiedad, reparto no equitativo de ganancias o recursos, trato injusto en los negocios, insultos, calumnias, comentarios licenciosos, faltas de respeto de diverso tipo y, en general, casi cualquier cosa que el ofendido considere impropio del trato que cree merecer.

La ley trata de regular estas situaciones y recoge extremos que resultan llamativos, como sancionar el ensuciar la ropa de otro, o exigir un duelo, o el asesinato del injuriador por determinados insultos verbales, so pena de severos castigos al consentidor. En el caso de ciertas injurias, era aceptable una compensación económica acorde al daño. Otras permitían o exigían un duelo. En algunas situaciones no solo la costumbre, también la ley permitía una venganza violenta. Lejos de resultar un despropósito, este delicado y complejo sistema de observancia del honor y gestión del deshonor, desarrollado por la ley y la costumbre, tuvo pleno sentido en su contexto y reguló de manera bastante efectiva los conflictos sociales en su circunstancia geográfico-temporal.
Duelo judicial. Fuente: www.ancientpages.com
La venganza no era un castigo contra la persona que infligió el daño. Se trataba de una reparación del honor, personal y familiar, de la persona agraviada. No resarcía un daño, restauraba un estado alterado, como explicamos más arriba, por lo que no era de necesaria ejecución sobre el ofensor, ni implicaba proporcionalidad en la respuesta. Así pues, una desavenencia por lindes de pasto podía saldarse con la «confiscación» de unas cuantas vacas. Esta apropiación tenía como respuesta de la otra parte el asesinato de un siervo, acto retribuido con el asesinato de un familiar lejano que nada tenía que ver con el conflicto, para desembocar en una escalada de violencia (asesinatos, quema de granjas) que cada vez implicaba a más miembros de la comunidad.

Como una venganza de estas características tiende por su propia naturaleza a intensificarse continuamente, involucrando a más y más personas en sus lazos de odio y derramamiento de sangre, es beneficioso para la sociedad misma desarrollar mecanismos limitantes para proteger no solo a sus miembros y familias individuales, sino también a la sociedad como un todo. La costumbre, la conservación continuista del poder en torno a linajes tradicionales que podían moderar con su influencia el conflicto, las leyes, el impulso legislativo y ordenador de los régulos y reyes, la construcción de una moral contraria al exceso vengativo y la posterior influencia de la Iglesia, trabajó para canalizar y contener las situaciones desmedidas.

Muestra la literatura, no siempre exenta de intención moralizadora, política e incluso doctrinal cristiana, un gusto enorme por estos asuntos de honor y venganza, siendo fundamento de la gran mayoría de las sagas históricas.


Krake

lunes, 1 de octubre de 2018

Histórica nº3

Saludos. Presentamos el nuevo número de nuestra revista mensual. Continuamos esta travesía por la procelosa mar de la Historia narrada en blogs por tan excelentes hobbits, porque este es el relato de nosotros, los autores, para que con el tiempo estos hechos no caigan en el olvido, ni las grandes hazañas, unas por helenos, otras por bárbaros realizadas queden no celebradas. Pues Darío y Parisátide tuvieron dos hijos, y la Diosa canta la cólera del Pélida Aquiles. Sin mencionar que a los autores de historias universales, es justo que les atribuyan grandes reconocimientos todos los hombres.  Por eso, justo por eso, preparamos esta revista.

Histórica, nº 3