viernes, 27 de diciembre de 2019

Los turcos selyúcidas


Saludos. El advenimiento de los turcos y su posterior islamización puso fin al periodo que ya hemos visto en el periodo samánida llamado “intermedio iranio”. Desde ese momento, tras el dominio árabe y el iranio, sería el turco el que ostentaría la preminencia en el mundo islámico. Pues turcos serían los primeros rivales de las Cruzadas, y turcos serían los que vencerían finalmente al Imperio Romano de Oriente y a los estados Cristianos de Oriente, y turcos serían los únicos capaces de detener la expansión de los pueblos mongoles en el siglo XIII. Sucesivas dinastías de este origen se fueron sucediendo en el poder, y de entre ellas, serían los selyúcidas la de mayor impacto en la Historia, pues no solo cambiaron en cierta manera el mundo con su llegada, sino de que sus cenizas se levantaría otro gran imperio, que heredaría por derecho de conquista el verdadero poder de los emperadores romanos. Pero vayamos paso a paso.
 Como ya vimos en los artículos sobre la dinastía samánida, el siglo X fue la época en la que los pueblos turcos de la estepa, que ya había sido ocupada por los restos del desaparecido imperio de los Gökturks, intentan entrar a la fuerza en la Transoxiana. Sólo la eficiente administración de los gobernantes samánidas fue capaz de cerrar la inmensa frontera de esta región con la estepa. Administración y política que, a veces, recurrió a la artimaña de pactar con tribus turcas apoyo para luchar con otras tribus turcas invasoras. Y fue en uno de estos tratados cuando encontramos por primera vez el rastro de una tribu dirigida por un tal Seldjik, que fue reclutada por los samánidas y asentada en la Transoxiana bajo la égida samánida.  Seldjik procedía del otro lado de la estepa, donde su rastro se haya en la lista de nobles al servicio de un príncipe turco llamado Bogu. Seldjik cayó en desgracia y fue desterrado, y con su tribu, formada por apenas cien jinetes y sus rebaños de ovejas y camellos, cruzó aquel páramo y se asentó cerca de la frontera transoxiana. Allí prosperaron y abrazaron el islam, y a través del control de sus territorios, que no pararon de crecer, adquirió fama suficiente como para atraer la atención de Abul Kasim, de la casa de los samánidas, que en su guerra con Ilik Khan de los qarajaníes, vio ventajoso aliarse con Seldjik. Así recibió este un principado, unas tierras de las que fue nombrado oficialmente administrador, en la  órbita del oriente iraní.
Turcos selyúcidas. Fuente: Factoría histórica

Seldjik tuvo hijos, y uno de estos tuvo otros dos hijos llamados Toghrul y Tchakar. Estos dos hermanos trabajaron siempre juntos, hombro con hombro, por el futuro de su dinastía. Fue cuando ya el territorio samánida estaba siendo dividido entre los qarajaníes de Ilik Khan y los gaznávidas (que habían servido a los propios samánidas) por el sur, ambas dinastías conspiraron para eliminar a estos “seldjuk”, pero Toghrul y Tchakar se habían convertido en un duro hueso de roer. En primera instancia, derrotaron a los qarajaníes, y luego a los gaznávidas que fueron en su ayuda, y luego a los jorezmitas. Pensemos que estos hermanos, a pesar de vivir en una zona sedentaria, mantenían sus costumbres nómadas. Cuando tenían que desaparecer, lo hacían. Cuando querían guerrear, enviaban a su familia y posesiones a esconderse en el desierto, y ellos se quedaban para guerrear.
En el año 1030, los selyúcidas se habían desplazado, para desesperación de las ricas ciudades de esta región y de la propia administración de los gaznávidas, a Jurasán, el corazón de Irán. Las ricas ciudades de esta región se vieron atormentadas por sus veloces ataques y saqueos . En los siguientes cinco años, los ejércitos gaznávidas fueron derrotados una y otra vez por los seldjucidas, hasta que totalmente agotadas, las ciudades optaron por abrirles las puertas y dar la espalda a Mas´ud, hijo de Mahmud el grande. Así fue como los selyúcidas se hicieron con las ricas ciudades de la región y pasaron a convertirse en sus gobernantes. En su administración, Togrhrul se quedó con el poder político y Tchakar, con el “ministerio de defensa”. ¡Ja!  Los gaznávidas fueron definitivamente derrotados en el 1039 por los selyúcidas, y su último gobernante, Mas´ud, huyó a Gazni, donde murió poco después.
Establecieron la base de su poder en dos ciudades: Nishapur y Belkh, y ya como líderes indiscutibles de esta región, ya en pleno periodo búyida, se convirtieron en un poder fáctico en la zona. Desde Jorezmia fueron llamados por su príncipe para ayudarles a vencer a uno de sus generales rebeldes. Un error. Toghrul y Tchakar no tardaron en vencer a ambos y adueñarse también de esta región.
Cuando ya los últimos príncipes búyidas gobernaban con dificultad desde Bagdad, Toghrul y Tchakar se adueñaron de Azerbayán, atrayendo la atención del califa abásida que en aquellos momentos era sostenido a duras penas por los búyidas.  Este califa comenzó a escribir dulces cartas, buscando su apoyo para deshacerse de sus “carceleros” iranios y chiíes búyidas. Su administración ya estaba debilitada y no conseguía mantener la paz en el territorio. Fueron los selyúcidas los que aseguraron de nuevo la ruta de Bagdad a La Meca. Por aquel entonces ya acompañaba a su tío un joven y prometedor príncipe llamado Alp Arslan, hijo de Tchakar. Quedémonos con este nombre. Bien, parte de esta historia ya la narramos hablando de los búyidas: el califa invitó a Toghrul a Bagdad y con astucia, este hizo prisionero al último príncipe de la dinastía, ocupando su lugar al frente del poder político del califato en el 1053. Y entonces, estudiando las estructuras de estado que habían creado los búyidas, los selyúcidas decidieron mantenerlas y simplemente, ocupar su lugar, asegurando la división entre el poder político terrenal, que quedaría en sus manos, y el religioso, que seguiría en manos de los califas abásidas encerrados en su jaula de cristal. Además, puesto que ellos mantenían su faceta militar y su vida nómada, el estado fue apuntalado sobre los sabios visires y estadistas iranios que habían servido también a los búyidas. Y los selyúcidas tuvieron la suerte de contar con algunos de los mejores visires Así fue como esta dinastía  se colocó a la cabeza del mundo islámico. En el 1054, los selyúcidas lanzaron  una apabullante incursión en el Imperio Romano de Oriente a través de las tierras azeríes con tal éxito que su prestigió quedó totalmente consolidado.
Fuente: Histoire islamique
Debemos explicar que, aunque a todos los efectos mandaban los selyúcidas, sobre el papel, el estado al que representaban seguía siendo el califato abasí, que de manera oficial sólo desaparecería cuando los mongoles tomaron Bagdad. Nunca hubo un estado seldjúdida. Al menos con ese nombre. De hechos, estos líderes recibirían el título de “emires”, que ya habían recibido los búyidas antes que ellos.
En el año 1063, el último de los dos hermanos, Toghrul, falleció tras veintiséis años de liderazgo de su dinastía, y fue Alp Arslan el que le sucedió. Este príncipe turco resultó ser de lo más competente en todos los asuntos militares, y supo rodearse de buenos visires y consejeros en los asuntos que no dominaba. Se decía de él que era un estudioso de los clásicos, y que conocía bien la vida de Alejandro Magno, con quien, en secreto, se comparaba. El gobierno de Alp Arslan llevó a los selyúcidas más allá del Tigris y el Eúfrates, hasta Asia Menor. Esta fue la primera vez que los turcos pisarían este territorio, que siguen gobernando actualmente. Es decir, hasta Alp Arslan no hubo turcos  en “Turquía”. Ojo al dato.
La política de Alp Arslan hacia los romanos fue simple: guerra sin cuartel. Esto llevó a la gran batalla de Manzikert, en el 1071, en el que los turcos derrotaron de forma aplastante a los ejércitos del emperador Romano IV e incluso lo capturaron, lo que provocó una cadena de acontecimientos que llevó a una profunda crisis en el Imperio Romano cuando Romano IV regresó, pues había otro en su lugar, y permitió que los turcos invadieran Anatolia casi sin oposición. Los romanos solo pudieron mantener territorios costeros, mientras que los selyúcidas crearon un sultanato, al que llamaron “Rum”, por los “rumíes”, es decir, los romanos orientales que habían gobernado aquellas tierras hasta aquel momento.  En efecto, la rapidísima expansión de Alp Arslan, que pronto llegó al Mediterráneo, pero también se extendió hacia el interior de Asia, hasta las fronteras con China a lo largo de la Ruta de la Seda, respondió a los desafíos de su administración creando pequeños principados al cargo militar de la casta turca selyúcida.
Victoria de Manzikert. Fuente: Batallas Históricas

Durante el reinado de Alp Arslan, nombró visir a Nizam al Mulk, el persa. Nizam al Mulk es sin duda el visir de visires. Un hombre de estado que dejó un legado espectacular de textos sobre buen gobierno, y una serie de escuelas avanzadas que asentarían las bases para las futuras universidades. Fue una época gloriosa, en la que coincidieron personalidades como Omar Khayam, filósofo y matemático, famoso autor de los hermosos “Rubayat”, y hombres brutales como Hassan ibn Sabbah, el “viejo de la montaña”, líder de la secta de los “hashashins”, a quienes gobernó desde la fortaleza ismaelita de Alamut, el Nido del Águila. Diversas tradiciones unen a estos tres personajes, pero esto es dudoso o, al menos, no coincidente en las fuentes. Lo que sí se sabe es que esta época fue esplendorosa, pues en ella floreció aquella semilla de estado islámico concebido, depurado y administrado por funcionarios de la escuela persa.
Bien, tras su expansión en occidente, Alp Arslan cabalgó hasta el extremo oriental de sus dominios para luchar contra los jorezmitas. Fue durante esta campaña, una vez había designado a su hijo Malikshah como sucesor,  cuando, al parecer  tras una reyerta, Alp Arslan cayó mortalmente herido tras un principado de doce años, en el 1072. Así llegó a ser Primer Emir el joven Malikshah, que llevó a su dinastía al esplendor total, aunque sus primeros cinco años los tuvo que dedicar a apaciguar a familiares rebeldes que intentaron quitarle el puesto. Malikshah tuvo la suerte de contar con Nizam Al Mulk como visir, por lo que la continuidad del estado y el bueno gobierno estuvo garantizada y bien impregnada de ese componente estatal persa, que se convirtió en la lengua oficial de la diplomacia, al mismo nivel que el árabe. El estado protegió y favoreció el auge de la lengua persa también en las artes, como la literatura y la poesía. De este modo, el persa se equiparó e incluso superó al árabe en importancia, ya que los gobernantes turcos preferían utilizar el persa como idioma de la corte. Curiosamente, el idioma turco quedó relegado al ámbito privado de estos emires.
Busto de Nizam al Mulk, el más brillante visir que
jamás sirvió a los emires selyúcidas.

Si bien es cierto que los selyúcidas aprovecharon la estructura estatal de los búyidas, la cultura esteparia turca llegó finalmente a provocar algunas decisiones que terminarían por debilitar al estado. Recordemos que los búyidas mantuvieron siempre tres principados independientes. Las disputas internas se limitaban a ponerse a la cabeza de cada uno de esos principados, pero estos, de alguna manera, eran una estructura fija de dominio territorial. Bien, los turcos tenían otra tradición y concepción de estado. Para ellos, los lazos de sangre primaban sobre los estados fijos. Eran nómadas, y la idea de un estado inmutable no tenía mucho sentido. Fue Malikshah, como parte de su política de pactos para asegurar su reinado, quien comenzó a crear pequeños principados y regiones al cargo de familiares suyos, que comenzaron a funcionar de manera más o menos autónoma, pero en la que las fronteras de sus posesiones demostraron ser más que flexibles, y tenían mucho margen para disputárselas. Malikshah recorrió sus inmensos dominios, desde el Mediterráneo, pasando por Yemen y la Transoxiana, al menos doce veces, precisamente como elemento cohesionador. Su corte era itinerante, cosa que podía hacer porque las estructuras de gobierno estaban bien asentadas por sus visires. Pero cuando Malikshah falleció, en el año 1092, esa cohesión desapareció, y el “imperio” selyúcida como dominio unificado, desapareció. Esto tuvo diferentes efectos en las partes oriental y occidental de su imperio.
                En el este, el poder de los selyúcidas fue rápidamente sustituido en la Transoxiana por otras dinastías turcas que  fueron llegando desde la estepa. Así encontramos turcos gobernando Jorasmia, o los Kara Kitai, u otras dinastías de la que quizás hablemos más adelante.
                En occidente florecieron los pequeños principados gobernados por los selyúcidas, pero cayeron en numerosas luchas civiles que acabaron con su poder. Fue en esta época cuando llegaron las Cruzadas. Eran tiempos turbulentos y no hubo un poder centralizado que pudiera hacer frente a la llegada de los ejércitos cruzados. Los fatimíes en Egipto, que habían nombrado su propio visir, ocuparon parte de Siria, por ejemplo, territorio que había estado bajo control selyúcida.  Por eso, hasta Saladino, fundador de la dinastía ayubí, no hubo una resistencia organizada contra las fuerzas invasoras cristianas.
             
El periodo selyúcida aseguró el esplendor del Irán islámico.
  
Sin embargo, hubo un principado que sí duró casi dos siglos más: el sultanato de Rum, en Anatolia, en el que prosperaron turcos y turcomanos, y que serían la base étnica para que Anatolia se acabara llamando Turquía. El sultanato de Rum se merece un artículo más detallado. Hubo también otro emirato que terminaría por convertirse en el origen de la dinastía otomana.  Una dinastía originada de las cenizas del poder que ejercieron los selyúcidas. Pero esto es otra historia. Así que aquí dejaremos este relato.

LOS EJÉRCITOS SELYÚCIDAS EN LOS WARGAMES.
III 73, opción a, de MFarrow
En DBA, los selyúcidas son la lista III/73, con terreno estepario y agresividad 3. La lista cubre tanto el “imperio” selyúcida como los emiratos que le sucedieron, incluso con la opción del sultanato de Rum. Pero nos centraremos en la opción b, la que el libro describe como “otros”, pues representan los ejércitos selyúcidas del periodo abarcado en este artículo. Se trata de un típico ejército estepario, con general  Cv, que son nobles turcos tipo ghilmen; 8 peanas de LH, que son los arqueros montados turcos y turcomanos y luego, tres peanas con muchas opciones. Una de ellas representa caballería beduina (2LH o bien 3Cv),  equipados con lanza pero no arco. Las otras dos pueden ser arqueros, psilois y auxiliares, aunque también LH. Estas tropas representan infantería procedente de los grandes dominios de estos turcos.
                En ADLG, la lista es la 195. Tiene un buen factor de mando, sobre todo por Alp Arslan. Los nobles turcos son caballería pesada con arco, tipo ghilmen, con opciones de élite, y los arqueros a caballo, superiores. Luego tienen opciones reguleras de infantería auxiliar, como arqueros, jabalineros, y cosillas así.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Gokturks, el nacimiento del poder turco

Petroglifos del periodo Gokturk. 
Fuente: Wikipedia
Saludos. En esta ocasión hablaremos de los turcos. Los pueblos túrquicos suponen un enorme grupo demográfico por toda Asia, y, hoy estudiaremos sus orígenes. Descubriremos, no sin cierta sopresa por muchos (entre los que me incluyo cuando leí sobre el tema), que la actual Turquía queda muy lejos de su lugar de origen.
Bien, antes de entrar en materia, debemos contextualizar. Estamos a finales del siglo V de nuestra era. Roma está a punto de ser definitivamente conquistada por los germanos. Bizancio, en cambio, mantiene parte de su esplendor, y, aunque sumergida en una feroz resistencia contra los germanos y eslavos. Los persas sasánidas gobiernan Oriente, y al este de ellos, los heftalíes (recordemos, una rama de los hunos) gobierna las tierras del valle del Indo y parte de Afganistán. Los Xiongu, que habían gobernado la parte occidental de China, y que muchos autores identifican con los hunos, habían sido expulsados hacia el oeste por otro pueblo estepario, los ruanruan. Bien, éstos, que según algunos autores podían ser identificados con los mongoles.
Hasta el advenimiento de los ruanruan, se supone que los turcos eran grupos de tribus centroasiáticas que habían sido derrotadas una y otra vez por los Xiongu. Bien, según cuentan los anales chinos, cuando los ruanruan consiguieron establecer su poder, recién comenzado el siglo V, un grupo de quinientas familias turcas les pidieron tierras a cambio de vasallaje. Los ruanruan les concedieron un hermoso territorio en las nubosas y pacíficas laderas de las montañas Altai. Pero aquella cesión no fue a cambio de nada. Los turcos ya poseían ciertos conocimientos técnicos de los que los ruanruan carecían: la metalurgia del acero más exquisita y avanzada de la región. Los ruanruan les pidieron que fabricaran utensilios y armas para ellos. Es en aquellas laderas donde se forjó el espíritu del imperio turco, y aquel fue el hogar del clan que ostentaría la “línea de sangre real”, el “Ashina” turco, es decir, el linaje al que dirían pertenecer los líderes que reclamaran el khanato en los siguientes años.
Localización de las montañas Altai
Así, durante más de un siglo, sus gentes se trabajaron y perfeccionaron sus técnicas. Su fama aumentó, y comenzaron a recibir visitas de las tribus iranias de las estepas: sármatas, saka, sogdianos. Los comerciantes de esta región llegaban con frecuencia. Y los turcos, a través el intercambio, comenzaron a adquirir caballos de estos pueblos esteparios, y aprendieron a moverse y luchar sobre ellos. También los chinos de la dinastía Wei, a través de sus comerciantes, llegaron a los montes Altai, y ofrecieron a los turcos, a cambio de sus productos, la mercancía que se convertiría en el eje de la política de los pueblos asiáticos hasta la Revolución Industrial: la seda. Rápidamente se dieron cuenta de que el comercio de dicho producto era una fuente inagotable de poder y riquezas. Pidieron permiso en el 545 a los ruanruan para comprar seda en China.
Cabe suponer que los turcos comenzaron a quedarse sus mejores productos. Cotas de malla, armaduras hechas de cientos de placas articuladas, estribos… Prosperaban, y no tardaron en darse cuenta de que estaban ganando fuerza. Ya fuera para probarse a sí mismos, o para ganar más prestigio e influencia ante sus gobernantes ruanruan, el Ashina reunió a las demás tribus turcas e iniciaron una guerra contra las hostiles tribus tiele. Los líderes turcos, una vez derrotaron a los tiele, se presentaron ante los ruanruan con la intención de ser aceptados en el núcleo de poder del imperio. Pero éstos, tal vez temiendo que sus “esclavos herreros” se estaban volviendo demasiado poderosos, los humillaron y expulsaron de malos modos. Así comenzó la guerra entre los turcos y los ruanruan. Éstos, inmersos en convulsas guerras internas, no fueron capaces de hacerles frente, y fueron rápidamente derrotados en el año 552. En ese momento, el imperio sobre las estepas desde Korea hasta Irán pasó a sus manos, y fue conocido como el imperio Gökturk, que parece significar “turcos celestiales”. Otra de las consecuencias de la ascensión de los Gökturk fue el desplazamiento de algunos grupos de ruanruan hacia el oeste, cruzando las llanuras, hasta llegar hasta las estepas al norte del Mar Negro, donde se les empezó a conocer como Ávaros.

Debemos analizar ahora las relaciones de los turcos con los pueblos situados al oeste de su imperio, y estudiar el eje de la política turca. Porque, no nos equivoquemos, a pesar de un breve interludio de poder chino en su imperio, los turcos crearon un imperio que funcionaba bastante bien a nivel de estado. Como ya hemos dicho, la política de los khanes giraba entorno al comercio de la seda. Por lo tanto, controlar la mayor parte de la Ruta de la Seda era indispensable. De modo que desde finales del siglo VI, los turcos cruzaron los territorios de Sogdiana y la Transoxiana y se adentraron en el impero de los heftalíes. Los sasánidas también tenían interés en eliminar a los heftalíes, y pactaron con los turcos. Así, los heftalíes fueron vencidos. Sin embargo, los sasánidas reclamaban el poder en estos territorios, y las tribus turcas no podían establecer guarniciones permanentes, porque su organización tribal implicaba que para lograr algo así, toda la tribu debía desplazarse hasta allí. Por lo tanto, los turcos mantuvieron algunos reyes vasallos heftalíes. Pero éstos querían recuperar su independencia, y los tres poderes de la región (turcos, príncipes heftalíes e iraníes) siguieron luchando durante muchos años. Sobre todo entre el 581 y el 596. Aun así, con todas las dificultades, los turcos, a través de los comerciantes sogdianos que ya estaban bajo su poder, pudieron llegar a los puertos occidentales de La India con su seda.
Una prueba de que el khanato de las estepas funcionaba a nivel de estado es que la respuesta que dieron los khanes desde el corazón de las estepas de Asia fue aprovechas las nuevas guerras entre Persia y Bizancio, y lanzar un poderoso ataque a más de cinco mil kilómetros de distancia, por el norte de Persia en dirección a Crimea, para conquistar así esta región y tener un acceso a los puertos septentrionales del Mar Negro, desde donde podrían llevar su seda directamente a Bizancio.
La cuna del poder del Ashina. Las montañas Altai. Fuente: Naturtrek
El imperio de los Turcos Celestiales se organizó en dos centros administrativos inicialmente, (aunque luego pasaron a ocho). Estos dos centros se convirtieron en las capitales de los turcos orientales y los occidentales (el bosque de Ottukan y la Montaña Blanca, respectivamente). Sin embargo, esta estructura demostró cierta inestabilidad. En el año 581, ambas cortes rompieron relaciones. El khan occidental, Tardu, proclamó su intención de tomar Ottukan, y comenzó una feroz guerra civil. Los turcos orientales pidieron ayuda a los chinos de la dinastía Sui, que les apoyaron, y así comenzaron a dar la vuelta a la guerra. Tardu no se amilanó, no obstante, y en el año 600 puso sitio de la capital Sui. Sin embargo, el astuto emperador chino inició una campaña diplomática secreta, y consiguió que las tribus Uygur y otras, que luchaban para Tardu y , le traicionaran. Después de perder así una gran fuerza, Tardu fue definitivamente derrotado en el 603. China aumentó su influencia sobre los turcos orientales, y, por lo tanto, sobre las rutas caravaneras de las estepas.
Fueron los turcos orientales los que conservaron el nombre de Gökturks. Permanecieron en la órbita política de la dinastía Sui hasta que ésta entró en decadencia frente a la dinastía Tang. Los turcos orientales irrumpieron en el país, pero el emperador Tang pactó con las tribus Tiele, y el khan turco fue capturado en el 630. De este modo, el imperio turco oriental fue dominado totalmente por el emperador chino, que lo dividió en diferentes protectorados.
Los turcos occidentales siguieron ejerciendo su imperio de manera independiente durante las siguientes décadas. Pronto apareció un poderoso motivo de tensión con los sasánidas. Dominaban la ruta terrestre de la seda hasta las fronteras de Irán, pero los sasánidas dominaban todas las rutas hasta el Mar Negro. Por lo tanto, sólo podían vender su seda a los sasánidas. Sin embargo, deseaban poder llegar hasta Bizancio, donde el beneficio de su venta pasaría íntegramente a sus manos. En otras palabras, no estaban dispuestos a que los iranios se quedaran con el pellizco más gordo. Por ello, se aliaron con los bizantinos y comenzaron la Tercera Guerra perso-turca, que les llevó a reconquistar todas las tierras al norte del río Oxus en el 630. Antes, ene l 627, con la ayuda del emperador Herakleios y la tribu de los kházaros, habían invadido Armenia (de nuevo buscando una ruta directa hacia los bizantinos), anque de allí fueron rechazados al cabo de tres años.
En el 634 ascendió al poder Ishbara-Qhan, un gran líder que modernizó extraordinariamente la organización de su imperio. Sin embargo, en lo siguientes veinte años, el poder Gökturk se debilitó, y así fueron perdiendo en control de otros súbditos como los búlgaros y los kházaros.
Mientras, desde el este, el emperador Taizong Tang avanzó hacia Occidente. En el 659 derrotaron definitivamente al khanato occidental.
Guerrero turco. Fuente: Pinterest

Pero fue el khanato oriental de los turcos el que recuperó el poder. En el 681 se rebelaron de nuevo, y aunque los Tang se defendieron y alejaron a los turcos de China, no pudieron evitar que éstos se expandieran de nuevo hacia el oeste. En el 705 llegaron de nuevo a Samarkanda, en Sogdiana. Pero, en aquella ocasión, no estaban allí los persas, sino los ejércitos de los victoriosos Omeyas, que ya habían conquistado Persia. Turcos y árabes chocaron por primera vez. Éstos últimos fueron los vencedores, pero aquel encuentro cambiaría la Historia para siempre. Porque, como veremos en el próximo artículo, la dinastía abásida, que sustituyó a los Omeyas, comenzó a islamizar e introducir a los esclavos-soldado turcos, procedentes de las ya desorganizadas tribus que vagaban al otro lado del Oxus. Estos guerreros turcos pasarían a la posteridad como Ghilmen o Mamluks, y sus generales-esclavos terminarían por rebelarse contra sus amos, creando una serie de exitosas dinastías islámicas turcas: los fieros gaznávidas y sus temibles elefantes; los Seljuk, azote del imperio bizantino; los mamelucos, que terminaron gobernando en Egipto, y por último, los otomanos. Pero eso es otra historia.
El final del Segundo Imperio Gökturk se selló en el 744, cuando los Uygur promovieron una revuelta en el centro de las estepas, y, seguidos por otras tribus de la confederación turca, tomaron el poder. De esta manera, las estepas dejarían de ser un imperio organizado hasta la llegada de Gengis Khan, aunque las tribus turcas vagarían por ellas durante años.
Tribus turcas. Fuente: Arrecaballo
Sin embargo, otros pueblos turcos seguirían hacia el oeste y fundarían sus propios khanatos, como los kházaros y los pechenegos, de los que hablaremos en otros artículos. Y no podemos obviar que cuando el poder Gökturk desapareció, los propios turcos de todas las tribus, no solo del Ashina, se habían asentado en las ciudades y oasis de su imperio, y muchos de ellos se hicieron sedentarios, formándose como excelentes artesanos, y también aprendieron artes y ciencia. La base étnica de la población de países como Uzbekistán, Afganistán, Irán, Pakistán o La India se vio para siempre determinada por este periodo.

En este momento hablaremos de la estepa. Merece la pena conocer un poco más el mundo que se desarrollaba que aquellos horizontes infinitos y desconocidos. A nuestros desacostumbrados e inexpertos ojos, si apareciéramos de repente en cualquier punto de aquellas tierras, seguramente nos parecería un lugar plano y vacío. Pero no era así ni para los turcos ni para los ruanruan, xiongu, tocarios, saka, sármatas, alanos y todos los pueblos hijos de las llanuras. Pues en aquél aparentemente monótono paisaje, había caminos invisibles que conectaban multitud de oasis y ciudades estado, extendidas a lo largo de las cuencas de los principales ríos (como la cuenca del Tarim, o el Oxus, que desembocaba en el Mar de Aral). Los nombres de tales ciudades se convirtieron en legendarios: Samarkanda, Bujara, Kokand de Ferghana, Jotán… Al norte de Bactria se encontraba la región de Sogdiana, cuya población, organizada alrededor de multitud de pequeños y prósperos oasis, viajaba y comerciaba de un lado a otro de la estepa, desde China hasta el Mar Negro, y desde las costas del Báltico hasta los puertos occidentales de La India. Los sogdianos, cuyo idioma indoeuropeo era lengua franca por toda la estepa, fueron importantes consejeros de los khanes turcos, y se beneficiaron enormemente de su imperio, pues proporcionaron seguridad para los mercaderes a lo largo de todo el camino. Chorasmia, otra región al norte de Sogdiana, siguió un camino parecido.
Los turcos y otros pueblos esteparios producían pieles y caballos. Los habitantes de los oasis y ciudades estado de las estepas construían sistemas de regadío y producían cultivos vegetales, ansiados por los nómadas para enriquecer su dieta. La seda viajaba desde China hasta el Báltico, Mar Negro y La India. Desde el Báltico llegaban miel y ámbar, y desde La India, especias. Las caravanas conseguían pingües beneficios, y parte de ellos se quedaban en las ciudades situadas en nodos estratégicos de los caminos. Las distancias eran enormes, y muchos los peligros. Por eso los turcos hicieron un gran esfuerzo por mantener la seguridad a lo largo de sus dominios.

LOS PRIMEROS EJÉRCITOS TURCOS EN DBA
Como pueblo estepario, los turcos continuaron con la tradición de guerra basada en la caballería armada con arco. Sin embago, su pericia en la fabricación de herramientas, armaduras, armas y arreos les dio cierta ventaja. Comenzaron a usar los estribos, lo que permitía aumentar la estabilidad del jinete y, por lo tanto, introducir más tensión en los arcos. Éstos eran compuestos, del tipo común de las estepas, pero no era asimétrico, como el de los hunos, sino más parecido al arco tradicional parto. No obstante, la estabilidad del jinete y una mejor construcción hacía del arco turco (todavía lo es) un arma apabullante. Además de la caballería ligera, los nobles llevaban hermosas armaduras lamelares y cotas de malla. De hecho, los turcos se convirtieron en el paradigma del arquero acorazado a caballo, y tanto en sus ejércitos como al servicio del Islam en los regimientos de Ghilmen y Mamluks, cambiaron para siempre la guerra en Asia. Poseían además hermosas espadas, muy bien adaptadas a la lucha a caballo. Según algunas fuentes, los jinetes acorazados a veces hacían uso de lanza para cargar, pero no era lo más frecuente, aunque en los ejércitos abásidas si cargaban en ocasiones empuñando pesadas mazas.
En DBA, el imperio Gökturk y sus sucesores Uygurs están representados en la lista III/11, Turcos centroasiáticos. La opción “a” representa a los Uygurs. La que nos interesa el la “b”, aunque ambas son muy parecidas. Contiene tres peanas de Cv, una de las cuales es el general, que representan a los nobles turcos. El resto de la lista es de LH, la caballería tribal, equipada con arco y espada, aunque hay tres peanas opcionales: puede cambiarse una LH por un Ps, que representa arqueros hostigadores procedentes de las ciudades y oasis, y hasta dos LH pueden cambiarse por Hd, que representan a siervos o pueblos sedentarios de la estepa sometidos y llevados al combate a rastras.
Essex y Old Glory tienen gamas de turcos (normalmente bajo el nombre de “Asian horse armies” o “central asian nomadic armies”, o cosas así.
En AdlG, la lista es la 141, Central Asian Turkish. Esta lista cubre también con opciones propias a los uigures y a los Qarajánidas, pero sus opciones exclusivas no se pueden aplicar para el ejército. Se basa en un núcleo de hasta ocho caballerías acorazadas con arco de élite, y luego una pléyade de caballería media o ligera con arco. Tiene alguna opción de tener arqueros desmontados o infantería ligera arco.