Combates en el Artemisio. Fuente: AntenaHistoria |
Las
Termópilas… Su mero nombre nos retrotrae a la leyenda. En tiempos recientes,
hasta el cine y el cómic se han encargado de recrear los acontecimientos de
este estrecho paso. Sin embargo, recomiendo como siempre acudir a las fuentes.
Porque es cierto que Leónidas capitaneó a sus Trescientos, pero también es
cierto que fueron muchos más hoplitas, hasta 5000, de muchas otras polis, y
que, desde luego, Leónidas no fue contradiciendo a los éforos. Según Herodoto,
lo que ocurrió es que por aquellos días se celebraban juegos ístmicos y las
leyes sagradas impedían la movilización de los ejércitos. Fueron los éforos los
que ordenaron la movilización de una pequeña vanguardia espartana, al frente de
Leónidas, para dar ejemplo y motivar a las polis a enviar sus respectivas
vanguardias. De este modo se reunieron unos cuatro mil hoplitas de muchas polis
del Peloponeso, incluyendo los Trescientos, que además, al adentrarse en Beocia
y dirigirse a las Termópilas, se reunieron con unos mil hoplitas procedentes de
Tespias, y unos cuatrocientos tebanos. Estos, que habían dado tierra y agua a
los persas, fueron obligados por Leónidas de Esparta, que los tomó casi como
rehenes.
Bien,
la flota en el Artemisio y Leónidas en las Termópilas componían el último
intento de bloquear el avance persa. Si superaban su posición pues... solo
quedaban opciones desesperadas. Así de
crudo. Estas dos batallas, el Artemisio por mar, y las Termópilas por tierra,
se lucharon simultáneamente. No obstante, nos centraremos primero en el
Artemisio.
BATALLA DEL ARTEMISIO
La flota estaba al mando del
estratego espartano Euribíades, que mandaba a todos los jefes de los distintos
contingentes. El principal eran el ateniense, al mando de Temístocles (220
naves), y el corintio, al mando de Adimanto (40 trirremes), pero también había
eginetas, calcídeos focenses, etc. La
flota tomó como base el extremo norte de Eubea, y desde allí enviaban naves de
exploración para vigilar el avance persa. Cuando por fin supieron, merced a una
trirreme que huyó de los persas en el último momento, que ya estaban cerca y
cuántos trirremes traían, el espartano Euribíades decidió la retirada. Y esto
hay que explicarlo.
Veréis,
la mentalidad de Esparta era muy conservadora. Aunque su prestigio los pusiera
al frente de la liga helena, ellos no estaban dispuestos a arriesgar el
Peloponeso. Y su visión estratégica era fundamentalmente terrestre. Bajo su óptica,
la mejor posición era defender el istmo, bloqueándolo con un muro. Claro, si
esto se hubiera hecho así, la flota persa hubiera rodeado esta posición y
listo, y solo este hecho los convenció de que la flota ateniense era necesaria
en la liga. Pero no sabían nada del combate marítimo. Pensaban que en aguas abiertas,
la flota griega podría parar a los persas. Si los espartanos aceptaron defender
las Termópilas fue porque era el único sitio por donde realmente se podría
bloquear a los persas, pero una vez superado, su plan era retroceder al istmo,
fortalecerse allí y a la Hélade al norte del istmo, pues que le dieran. Por lo
tanto, Euribíades debía conservar la flota intacta. Seguramente tendría órdenes
de los éforos de no arriesgarla.
Sin
embargo, Temístocles sí sabía combatir en el mar, y sabía que los persas
podrían ser derrotados por mar en lugares estrechos, pero no a mar abierto. Así
que la orden de Euribíades fue discutida por Temístocles. Pero no penséis que
lo hizo por Grecia ni por la libertad, ni nada de eso.
Temístocles. Fuente: ArteHistoria |
Herodoto nos cuenta que los eubeos no querían que la flota abandonara la posición, pues la necesitaban allí para darles tiempo a evacuar la isla. ¿Qué hicieron? Pues sobornar a los estrategos. Concretamente, Temístocles, según Herodoto, era un fiera usando las tropas de la polis para forrarse personalmente. Pidió a los eubeos 30 talentos de plata, y les aseguró que él convencería a Euribíades. Y vaya si lo hizo. Sólo le costó 5 talentos de plata quebrar la voluntad del espartano. Y además, lo hizo con tanto arte que Euribíades creyó que el dinero procedía directamente de los ahorros de Temístocles, ignorando que el ateniense todavía tenía en el bolsillo muuuucha plata eubea. Y en cuanto al corintio, que fue el que más protestó, le costó aun menos. 3 talentos pidió Adimanto para apoyar quedarse. Así que Temístocles hizo una interesante carambola, rentabilizando su interés por luchar en los estrechos de Eubea.
No
nos escandalicemos todavía. Herodoto es el primero en ensalzar a Temístocles,
pero el sabio de Halicarnaso nos muestra aquí estos personajes son héroes
porque hicieron algo heroico en un momento determinado, y esto no es
incompatible con una conducta más oscura durante el resto de su vida. Esa es
una importante lección para nosotros. En nuestra sociedad, tal vez con la
visión heredada del Romanticismo, consideramos que los héroes patrios se
comportan de forma correcta todo el tiempo, y que hasta mean colonia. Los
griegos tenían claro que no era así. Si sus dioses estaban podridos de defectos
y pasiones humanas, sus héroes también.
Por
otro lado, la inmensa flota persa sufrió un revés terrible. Llegaron a una
bahía cercana y fondearon, pero como eran 1200 trirremes, no cabían, y una
terrible tormenta que se desató por la noche dio al traste con 400
embarcaciones. Hubo miles de ahogados. Sin embargo, su número todavía era
temible, así que siguieron su travesía hasta llegar a la entrada del estrecho
de Eubea, quedándose en una playa llamada Afetas, desde la que podían observar
la posición griega.
Y
los persas, que no eran mancos, idearon un plan. Pensando que si los griegos
huían, tendrían que enfrentarse a la flota griega más tarde, concibieron un
plan para destruirla de una vez. De noche, enviaron una flota a que
circunnavegara Eubea por el este, para entrar en los estrechos por el sur,
remontar hacia el norte y así, cortar la retirada de los griegos. Calculando el
tiempo de navegación, fijaron una fecha para lanzar un ataque desde Afetas al
Artemisio, ponerlos en fuga y atraparlos en los estrechos con la segunda flota.
Sin
embargo, hubo un heleno entre los persas que desertó del bando del Rey de
Reyes, y por la noche, se escapó con su barco, cruzó al Artemisio, e informó a
Euribíades de los planes enemigos.
Al
día siguiente, los persas de Afetas quedarían a la espera, mientras su
avanzadilla navegaba alrededor de Eubea. Ese día, Euribiades aguardó, pero al
caer la noche, ordenó zarpar con todos sus barcos hacia el sur, y sorprender
así a la fuerza que los rodeaba, en una interesante aplicación de la teoría de la posición central
que tan bien explotó Napoleón en su día.
Pero, ¿sabéis qué pasó? Que esa noche se dirigieron al sur y por la mañana aguardaron en la posición a la que habían calculado que llegarían los persas. Pero allí no había nadie. De modo que a mediodía, pusieron rumbo al norte, con el objetivo de llegar a la entrada del estrecho con la tarde avanzada y atacar a los persas en Afetas en ese momento.
Desastre de la flota persa |
¿Qué
pasó con esta flota que rodeaba Eubea? Pues veréis. ¿Recordáis cuando en la
peli de “300”, Leónidas llega con sus tropas durante la noche y una tormenta
está destrozando barcos persas. Pues eso pasó. Solo que el cómic, y la peli de “300” muestran ese desastre dentro del estrecho de
Eubea, el mar que puede ver Leónidas avanzando hacia las Termópilas. En
realidad, el estrecho quedó bastante resguardado por la propia isla de Eubea, y
por eso los griegos navegaron al sur de noche sin incidentes. La tormenta pilló
a los persas al este de Eubea, en el lado de mar abierto, y los machacó. En
realidad, Leónidas debió de ver a los griegos que navegaban hacia el sur.
Bueno,
pues como decíamos, por la tarde los griegos llegaron de nuevo frente a la
playa de Afetas, y los persas salieron contra ellos. Fue un combate duro, y
Herodoto nos cuenta que si los griegos resistieron, fue gracias a la formación
que hicieron en círculo, con las proas hacia fuera, que impidió que el ataque
poco coordinado de los persas fuera muy efectivo. Este sería un defecto de la
táctica persa: siendo una flota compuesta por diferentes naciones, sus
estrategos pensaban más en destacar ante Jerjes más que en trabajar de manera
coordinada, fiándolo todo a su número. El caso es que los griegos salían de
súbito de su formación y atacaban a las naves persas que quedaban expuestas al
maniobrar. Debemos pensar además que en esta época, la guerra en el mar se basaba en el abordaje, y no en la maniobra. Los griegos se mostraron superiores en este campo, debido quizás al mejor equipo de sus hoplitas embarcados y mayor experiencia. Capturaron ese día 30 naves enemigas, y al caer la tarde, cada bando
se retiró a su base.
Esa
noche, la mala mar llevó a la playa de Afetas a los muertos de la primera
tormenta y del combate del día, lo que los llenó de malos presagios.
Contemporizamos
en este momento: en este día, el ejército de tierra de Jerjes, que ya llevaba
varios días acampados frente a las “Puertas calientes” (es decir, no estaban
con su flota, que seguía enfrentada con la griega más al norte de su posición,
en Afetas) aguardando que esos
miserables griegos huyeran de miedo, atacaron al fin la posición de Leónidas y
se llevaron una desagradable sorpresa.
SEGUNDO DÍA
Euribíades
recibió buenas noticias de Leónidas, y
como el día anterior también le había ido bien, decidió atacar a los
dubitativos persas, que pasaron esa mañana analizando el combate del día
anterior. Esta vez llevó él la iniciativa, pero aguardó a la tarde. ¿Por qué?
Pues, aconsejado por Temístocles, sabía que debía aprovechar su velocidad para
atacar rápidamente, hacer daño y retirarse. Al atacar por la tarde, como
hicieron el día anterior, la caída de la noche limitaba el tiempo de respuesta
persa.
Así hicieron. Cayeron sobre las naves persas protegidas en la bahía de Afetas. Muchas estaban todavía ancladas. Casi todas las que hundieron eran cilicias, pues por turnos habían quedado en el exterior de la bahía. El ataque fue fulminante, y al menos otros 60 trirremes fueron hundidos. Para cuando los persas salieron a hacerles frente, los griegos ya se retiraban al Artemisio protegidos por el manto de la noche. Fue un día memorable.
Posición del Artemisio. Fuente: Blog de Gonzalo |
TERCER DÍA
Esta
vez los persas no se dejaron atrapar por segunda vez, ni cometieron los mismos
errores. Aprovechando la zona de mayor amplitud, formaron en media luna y
cayeron sobre el ARtemisio bien temprano. Los brazos de la media luna cerraron
la zona y los griegos se quedaron sin escapatoria, así que no les quedó más
remedio que luchar. Y lo hicieron. Vaya si lo hicieron.
Herodoto
nos habla de combates desesperados ese día, pues toda la ventaja griega había
sido anulada. Aquel día, los trirremes egipcios dieron buena cuenta de los
griegos. Pero los helenos no quedaron atrás, y también nos dice Herodoto que
Clinias se destacó por encima de los demás trierarcas. ¿Sabéis quién es este
Clinias? Pues veréis, este joven trierarca perteneciente a la familia de los Alcmeónidas,
sobreviviría a esta guerra y tendría un hijo, al que le pondría el nombre de su
abuelo: Alcibíades. Sí, amigos, Alcibíades de Atenas, discípulo de Sócrates y
famoso general durante las guerras del Peloponeso, era el hijo de este Clinias.
Cuando
cayó la noche, los griegos habrían sufrido muchas bajas, pero los persas
también. Y se estaban replanteando su estrategia cuando les llegaron las peores
noticias: Leónidas había muerto, los griegos se retiraban de las Termópilas y
ya no había nada que hacer. Euribíades decretó entonces la retirada, y esa
misma noche, la flota se deslizó de nuevo por el estrecho de Eubea hacia el
sur.
Pero
Temístocles había podido enfrentarse con los invasores y eso le bastó para
comprobar sus teorías: era posible vencer a Jerjes en el mar, en un lugar
estrecho. Y también, debían separar a los jonios del bando persa. Y entonces,
al astuto ateniense se le ocurrió un plan brillante: como sabía que la flota
persa los perseguiría al día siguiente, y que harían la aguada en los mismos
lugares que él mismo, dejó en esos lugares mensajes escritos, bien visibles, en
griego, incitando a los jonios a separarse de Jerjes, y dándoles instrucciones
sobre cómo reunirse con la flota de la liga helena.
Cuando
los almirantes persas vieron esos mensajes, hicieron lo lógico: comenzaron
a desconfiar de los jonios. Ya estaba.
El astuto Temístocles había dado un golpe maestro: si los jonios desertaban,
ganaría. Y si no lo hacían, al menos los
persas no confiarían en ellos y evitarían ponerlos en lugares críticos de la
batalla.
Así, la flota griega en retirada, bastante entera
a pesar de las naves perdidas, recaló en la isla de Egina, a la espera de tomar
nuevas decisiones.
De
lo que pasó esos días en las Termópilas hablaremos en el siguiente artículo.
Hasta entonces, un cordial saludo, amigos.
gracias por la historia !!
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