sábado, 13 de julio de 2019

La Segunda Guerra Púnica. Parte I: la guerra anibálica.

Tesoro tartésico. Fuente El correo de Andalucía

Saludos. Volvemos a los asuntos púnicos, a la guerra quizás más asombrosa jamás librada, de la que surgieron los generales también más asombrosos, y que daría forma definitiva al Mare Nostrum.
Bien, situémonos: la I Guerra Púnica había acabado con la derrota de Cartago y un duro tratado de paz, bastante humillante, que les obligaba no solo a abandonar Sicilia, sino a pagar una suma exorbitante de dinero para resarcir a Roma. Tras la evacuación de Sicilia, los mercenarios, que no recibieron el dinero que se les debía, formaron una gran revuelta que se extendió por toda la influencia de Cartago, la Guerra de los Mercenarios, en la que sólo el genio militar de Amílcar Barca salvó a la ciudad, que se vio en una situación desesperada. Y como los mercenarios de Cerdeña también se rebelaron, cuando los cartagineses prepararon una fuerza expedicionaria, los romanos los acusaron de romper la paz. Los obligaron a renunciar a Cerdeña, corrigiendo así estos la excelente negociación de paz que había hecho Amílcar al final de la I Guerra Púnica, tras la que había conseguido dejar Cerdeña fuera de las condiciones. Tras Sicilia, la pérdida de Cerdeña fue crítica, pues negaba a los cartaginses una de sus fuentes principales de recursos y mercenarios.
Pues bien, fue en ese momento cuando Cartago, designando a Amílcar Barca, intentó recuperar el poder que había perdido mediante un plan tremendamente ambicioso: la conquista de la Península Ibérica. Pero, ¿por qué Hispania, esa «tierra de conejos», en los límites del mundo conocido? Acompáñennos, queridos lectores, en la búsqueda de la apasionante respuesta a esta pregunta.

Hispania
Lo primero que hemos de saber es que la costa de Hispania, era conocida desde hacía siglos por griegos y fenicios, que desde el siglo X a.d.C. habían ido llegando a ellas. Los mismos fenicios que fundaron la colonia de Cartago también fundaron puestos comerciales como Gadir, la actual Cádiz. Allí, los fenicios entraron en tratos con una boyante cultura local, Tartessos, rica en bronce y otros metales, así como otros pueblos íberos costeros, pueblos que a través de estos contactos fueron adoptando la moneda y la escritura con el alfabeto que usaban griegos o fenicios, según su zona de influencia. Mientras, Roma era poco más que un villorrio fundado por fugitivos de otras ciudades que vivían en los pantanos.
Embajador romano en el senado cartaginés.
Fuente: Museo Metropolitano
Cuando el poder de Tiro menguó tras el avance del imperio persa, Cartago se independizó. Hizo la guerra a Tartessos y los borró del mapa, y tomó el control de las colonias de Hispania. Estaban por lo tanto, perfectamente informados de lo que podía haber en el interior de aquellas tierras.
Lo segundo que hay que saber, y que es algo que suele ser ignorado, es que los romanos y los cartaginses ya se conocían mucho tiempo antes de las guerras púnicas. De hecho, habían firmado al menos tres pactos antes de llegar a las manos en Sicilia. Estos pactos habían sido registrados en tablillas de bronce, conservadas por los ediles, y que el historiador Polibio pudo consultar durante la elaboración de su obra. Pues bien, el primero de estos tratados lo firmaron los primeros cónsules que tuvo la recién estrenada República, en el 509 a.d.C. En ese tratado, Cartago participó como miembro fuerte del pacto, renunciando a cualquier interés sobre los pueblos del Lacio a cambio de prohibir a los romanos navegar más al oeste del Cabo Hermoso, situado al oeste de la punta de África. Es decir, ceden a los romanos una parte que a ellos no le interesaba a cambio de vetar su acceso a la rica región occidental del Mediterráneo.
En el 348 a.d.C se estableció un segundo pacto, en el que de nuevo se limitaba la zona de navegación a los romanos alrededor de la península ibérica y se listaban los aliados «intocables» de cada parte para que no fueran atacados por el otro. Y en el 279 a.d.C. hubo un tercer pacto de alianza contra Pirro de Epiro.
Pues bien, de todos estos pactos, más los que seguirían a la I Guerra Púnica, se puede leer que el dominio occidente mediterráneo nunca había sido discutido por Roma. Cuando Amílcar cruzó desde África a la península, no estaba violando ningún pacto, y fue solo cuando a Roma llegaron los ecos de los éxitos cartagineses en Hispania cuando los romanos se dieron cuenta de su error y corrieron a buscarse un aliado cualquiera, encontrando a Sagunto útil para estos fines, pues situaron en ella y en el río que pasa cerca (el Júcar, no el Ebro, un error de Polibio), el límite «aceptable» de los dominios cartagineses en la península.
Lo tercero que hay que saber es que Amílcar no había sido vencido en Sicilia. Cartago perdió la guerra al perder la flota, pero en ningún momento el general cartaginés se sintió derrotado. Al contrario, las duras condiciones impuestas por Roma, y sobre todo, la injusticia de haber perdido Cerdeña , le quemaba. Cartago estaba vencida sobre el papel, pero no en espíritu, y en cuando tuvo la oportunidad de fortalecerse, comenzó una nueva guerra.
Pero no adelantemos acontecimientos. Volvamos al momento en el que Amílcar pone el pie en Hispania, acompañado por su hijo Aníbal, de 9 años, y su yerno Asdrúbal. Tal vez en lo que luego sería Kart Eia, o Carteya, justo al lado de La Línea, que es de donde soy yo.

Los Bárquidas en Hispania
Guerreros íberos. Angus Mcbride.
Fuente: Maestrazgotemplario
Con las bases de Gadir, Kart Eia y otras colonias, Amílcar avanzó como un rayo por la península, conquistando algunos pueblos y atrayendo a otros con diplomacia y un elaborado equilibrio entre mano dura y generosidad. Nueve largos años estuvo Amílcar hollando nuestras tierras ibéricas, forjando un nuevo imperio para Cartago. En todo momento estuvo acompañado por Aníbal, que se formó a su lado y sus mercenarios africanos. Con pasmosa facilidad aprendió las lenguas de cada uno, y de sus nuevos aliados, los diferentes dialectos íberos. Aníbal creció entre aquellos soldados, y estos lo vieron hacerlo. Como un «hijo de todos», listo, fuerte y espléndido.
Amílcar murió en Hispania, en un duro combate, en el que el general tuvo que intervenir directamente. Allí cayó, en un vado, con el cráneo destrozado. Inmediatamente, Asdrúbal fue nombrado su sucesor, y fue digno. Competente en todos los terrenos, fundó Cartago Nova, cuidó de los pactos y fue estableciendo más vínculos entre tribus, con el objetivo, y aquí cito al escritor Arturo Gozalo Aizpiri (autor de una preciosa trilogía sobre la conquista cartaginesa de Hispania, formada por «El heredero de Tartessos», «El cáliz de Melqart» y «La cólera de Aníbal») de crear un imperio al modo helenístico en Hispania. Y vemos esto en, por ejemplo, las monedas que acuñó con su efigie, mostrando atributos de monarca . Un imperio en el que cada pueblo vería sus costumbres y leyes respetadas a cambio de responder a la llamada de Cartago con provisiones y soldados porque, no lo olvidemos, la expedición a Hispania tenía como objetivo reforzarse para retomar la guerra contra Roma.
Asdrúbal, con diadema real. Acuñada en Cartago Nova
Fuente: Wikipedia
Las coasas iban tan bien que, como indicamos antes, los romanos se enteraron y se dieron cuenta de que los cartagineses habían mostrado más astucia que ellos. Que por cortedad de miras no habían previsto lo que podrían hacer sus enemigos sin trabas en Hispania. Así que se apresuraron a enmendar su error. Pero en esos años, la amenaza para los romanos eran los celtas que vivían en el norte de la península itálica, y no podían desviar muchos recursos, así que enviaron una embajada a Asdrúbal, no a Cartago, y acordaron que los cartagineses debían respetar Sagunto como aliado de Roma, y no debían por tanto ir más al norte del río Júcar ( o Ebro. El texto de Polibio es un poco confuso en este punto). Y sin más, regresaron a Roma, confiados en que Cartago respetaría el acuerdo.
Ocho años estuvo Asdrúbal en Hispania, hasta que murió asesinado por un mercenario galo. Entonces Aníbal tenía veinticinco años, pero era conocido y apreciado por todos, y los soldados le eligieron el mismo día como general, decisión que fue ratificada por el senado cartaginés en cuanto les llegó la noticia.
Muerte de Amílcar.
Fuente: La Razón

El joven Aníbal
Tras ser nombrado general, Aníbal se propuso terminar la conquista de los últimos pueblos independientes al sur del Ebro. No sólo lo hizo con las armas. El astuto Asdrúbal había pactado el matrimonio de Aníbal con una joven noble íbera, Imilce, tal vez a imitación del propio Alejandro Magno con Roxana. Es bien sabido que Aníbal se había formado en el espíritu helenístico, y leía con fruición todas las obras disponibles de los griegos.
Y donde la diplomacia falló, Aníbal fue invencible. El primer verano asedió y tomó Altea, la gran ciudad de los bravos ólcades. Al verano siguiente se lanzó contra los vacceos, y se enfrentó fnalmente con los carpetanos y otras tribus vecinas, entre las cuales estaban los ólcades vencidos por Aníbal el año anterior. Casi cien mil íberos se levantaron así aliados contra Aníbal cuando regresaba a Cartago Nova desde la meseata.
Pero Aníbal había aprendido de su padre y comenzó una astuta retirada que atrajo a sus enemigos a un vado del Tajo. Fue Aníbal quien eligió el terreno para enfrentarse a sus perseguidores, y en una terrible batalla, sus elefantes recorriendo la orilla y la propia caballería cartaginesa en el mismo vado, vencieron a los íberos y los pusieron en fuga. El propio Aníbal entró en batalla en aquel vado lleno de muerte.
Joven de la nobleza íbera
Fuente: Wikipedia
Después de aquello, solo Sagunto, arropada por Roma, se atrevió a plantar cara al cartaginés, e incluso a provocarlo, confiando en que el joven Bárquida no se atrevería a desencadenar la guerra con Roma. Pero se equivocaban.
Al verano siguiente, los saguntinos vieron con desesperación que Aníbal estaba a sus puertas, listos para asediarles, y que ninguno de los mensajes que habían enviado a Roma informando sobre los éxitos púnicos había tenido ningún efecto.
Fue un gran asedio que duró ocho meses. La ciudad era fuerte y tenía muchos recursos, pero al final cayó, y sus riquezas fueron tomadas y repartidas entre sus hombres. Al fin, había extirpado la única base enemiga que le impedía proseguir su avance hacia el norte. La noticia legó a Roma como un negro augurio de guerra, pues en esos días, los romanos luchaban contra los ilirios y los galos y no tenían medios para frenar a Aníbal. Cartago, a quien habían derrotado, robado y sometido a claúsulas humillantes, se había recuperado y estaba de nuevo en condiciones de declararles la guerra.
Toma envió unos embajadores a tratar con Aníbal y este los despachó sin mucho interés, así que estos embajadores fueron a Cartago a exigir la entrega de su general. Pero estaban intentando negociar con fenicios, a fin de cuentas. Es muy interesante esta negociación, pues los senadores cartagineses no reconocieron el trato que Roma había hecho con Asdrúbal puesto que no había sido ratificado por el sanedrín (los romanos ya habían usado este argumento anteriormente a su favor, pero ahora los cartagineses lo copiaban usaban a su favor), y sin este tratado validado por Cartago, los púnicos argumentaban que en sus tratados con Roma no había límite a las posesiones que pudieran tener en Hispania, ni Sagunto era mencionado como aliado de Roma al que no pudieran atacar. Frustrados y sin más argumentos, se dieron cuenta de que no se podía discutir condiciones y cláusulas con los fenicios, así que ofrecieron al senado cartaginés que eligieran la paz o la guerra. Y estos, ya cansados de tantas humillaciones, decidieron la guerra.
Y así comenzó la Segunda Guerra Púnica, o como la llamaron los propios romanos, la Guerra Anibálica.
Batalla del vado del Tajo.
Fuente: Tumblr

La Segunda Guerra Púnica en los wargames
Ya vimos en los artículos de la Primera Guerra Púnica los ejércitos romanos y cartaginés. Ahora podemos hablar de los ejércitos íberos.
En DBA son la lista II/39, Ancient Spanish. Su composición cambia un poco según se haga la variante lusitana, íbera o celtíbera. El núcleo es el mismo, con un general CV, la nobleza íbera a caballo, y una peana de LH. Luego, la variante íbera tiene 6 peanas de Ax, que representan a los guerreros íberos equipados con escudo, jabalinas y falcata, expertos en emboscadas, un tipo de soldado conocido como «scutari». El ejército lo completan cuatro peanas de Ps, los «caetrati», equipados con escudo pequeño y jabalinas, o incluso honderos, sobre todo si provienen de las Baleares.
En cambio, los celtíberos, esas 6 peanas son de Wb, representando a los feroces guerreros celtíberos. DBA los considera igual que a los galos, por ejemplo, pero veremos que esto no es exactdamente igual en otros sistemas de juego.
La variante lusitana tiene sólo 3 Ax, a cambio de 6 Ps, pues los «caetrati» lusitanos eran especialmente mortíferos, y leugo una única peana opcional entre Wb (mercenarios celtíberos), 4Bd( legionarios rebeldes que acompañaron a Sertorio, en el siglo II a.d.C, un periodo posterior a las Guerra Púnicas) o bien un Ps.
Ejército DBA Ancient Spanish, de Steven Balagan


En AdlG, el ejército es muy parecido, con las interesantes peculiaridades siguientes:
  1. la caballería noble puede ser élite.
  2. Hasta cuatro peanas de Scutari, de cualquier origen, pueden ser élite.
  3. Los scutari celtíberos son infantería pesada impetuosa. Es decir, se les reconoce la capacidad para luchar en formación cerrada que atestiguan numerosas fuentes, al contrario que DBA.
  4. Permite usar carros en llamas como tipo «carro falcado». Este truco lo usaron los generales íberos Indíbil y Mandonio, para romper las líneas romana.
Luego están más desarrolladas las opciones de Sertorio, muy interesantes, pero que se salen de este periodo. En el futuro contaremos la apasionante historia de Quinto Sertorio en Hispania. Pero eso será otro día.

Parte II

3 comentarios:

  1. Por que no incluyes la descripción de íberos en Art de la Guerre?

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  2. Anda,es una errata. Es adlG, no FoG. He descrito los iberos de adlG, no de FoG. Luego corrijo.

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  3. Muy bueno, no sé si es cierto que cuando los romanos ante el senado de Cartago les plantean Paz o Guerra, supuestamente estuvieron parlamentando mucho tiempo y ninguno de los dos bandos quería ser el que declarase la guerra, asique los cartagineses les contestan "da a luz de una vez Roma" y los romanos dicen que guerra. Quizás sea una leyenda pero es muy cinematografico jaja Hablando de leyendas, también se dice que Aníbal juro con su propia sangre dar guerra a Roma, pero siempre me ha parecido un poco exagerado.
    Saludos y Gracias por los articulos.

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