Mercenarios de Campania. Fuente: Anábasis Histórica |
Saludos.
Comenzamos aquí una serie de artículos sobre la Primera Guerra
Púnica.Estamos habituados a ver cómo los astutos cónsules o
generales romanos recurrían a retorcidos ”cassus belli” para
justificar sus guerras. Pero en esta época de la república, lo
sorprendente es que no era necesario. Fue el propio pueblo romano el
que decidió entrar en conflicto con Cartago. Lo que sí hicieron fue
aprovechar la situación que habían provocado unos mercenarios de
origen campano, que fueron a Sicilia algunos años antes al servicio
de los siracusanos. Estos mercenarios, al servicio del tirano
Agatocles, fueron destinados a Mesina. Allí vieron que la ocasión
les era propicia para hacerse con el poder y tras un sangriento golpe
de estado, mataron al consejo de la ciudad, desertaron de los
siracusanos y se dieron a toda clase de pillajes. Comenzaron a
autodenominarse “mamertinos”, pues Mamerto es el nombre que los
campanos daban al dios de la Guerra.Tras unos años de desmanes, los
siracusanos fueron a por ellos y comenzaron a pasar apuros, y
entraron en negociaciones con los cartagineses para entregarles la
ciudad. Pero he aquí que un grupo de mamertinos cruzó el estrecho
hasta Italia y comenzó a negociar en paralelo con los romanos. Los
romanos pensaban que si caía Mesina en manos cartaginsas, el resto
de la isla no tardaría en caer. Roma ya había puesto orden en
Regio, la ciudad frente a Mesina, al otro lado del estrecho, donde
unos legionarios romanos habían desertado y habían hecho lo mismo
que los mamertinos. Pues bien, corría el año 264 a.d.C., y el
senado y los comicios se reunieron cada uno en sus sesiones para
decidir qué hacer. El Senado, que dirigía la política exterior,
desaconsejó la invasión de Sicilia. Roma acababa de salir de muchas
guerras, y estaban casi arruinados. Tampoco estaban seguros de qué
harían los cartagineses y los siracusanos. Pero, curiosamente, fue
el pueblo, en los comicios, que tenían la potestad de declarar la
guerra, los que optaron por probar fortuna, precisamente huyendo de
la ruina. Una prueba más de que asociación de la democracia a la
paz han ido de la mano sólo tras ls II G. M.
Las
primeras hostilidades
Legiones republicanas, Fuente: Orden de batalla |
Pues
bien, los romanos enviaron al cónsul Apio Claudio con cuatro
legiones hasta Regio, desde donde debía cruzar a Mesina. Mientras,
el general cartaginés ya había entrado en Mesina, y estaba
haciéndose con el poder cuando los propios mamertinos le tendieron
una trampa y lo expulsaron de la ciudad, pues superion que Apio
estaba ya en Regio dispuesto a cruzar. Los cartagineses sitiaron
Mesina, y Apio Claudio cruzó el estrecho para asistir a los
mamertinos. Esta fue la primera vez que un ejército romano operaba
fuera de la península. De ahí lo relevante de todo esto desde un
punto de vista histórico, considerando lo que ocurriría en los años
posteriores.
En
aquellos momentos, los romanos no tenían flota militar. Fueron los
tarentinos y otros helenos del sur de Italia los que les prestaron
los barcos. Pero tan pronto como entraron en Mesina y vieron a las
fuerzas cartaginesas rodeando la ciudad, y a los siracusanos, que se
pusieron al lado de los cartagineses, decidieron salir a combatir, a
hacer lo que mejor hacían. Así que Apio Claudio sacó a sus tropas,
y tras una dura batalla puso en fuga a cartagineses y siracusanos. Y
viendo sus éxito, Apio no vaciló. Persiguió a los cartagineses y
no les dio cuartel en ninguna de las plazas en las que se refugiaron,
y finalmente, puso sitio a Siracusa.
En
esto que su año de cónsul acabó, y Roma envió dos nuevos cónsules
a Sicilia: Manio Otacilio y Manio Valerio. Numerosas poblaciones
habían desertado de los cartagineses para entonces, y Siracusa, que
acababa de descubrir con dolor de qué pasta estaban hechos los
legionarios, se apostó su futuro a una nueva alianza con Roma. Y
estos aceptaron encantados. Esta alianza tenía múltiples ventajas.
Por un lado, los romanos se aseguraban avituallamiento sobre la
propia isla, sin tener que depender de envíos de provisiones desde
el continente. En segundo lugar, les permitía reducir su presencia a
dos legiones, en lugar de las cuatro que habían destinado aquellos
dos primeros años de guerra.
El
asedio de Agrigento
Los
cartagineses se lamieron las heridas y no tardaron en decidir que
merecía la pena arriesgar para no perder Sicilia en aquel momento,
cuando la habían tenido al alcance de sus dedos. Y si bien es cierto
que los romanos les habían vencido en tierra, consideraron que las
pérdidas sufridas eran aceptables, y su fuerza, pareja a Roma, y aún
mayor, puesto que poseían el dominio del mar, indiscutible todavía,
y tenían muchos recursos, tanto pecuniarios como humanos para
apostar por su victoria. Siendo conscientes de que los romanos ya
sólo habían dejado dos legiones, y estando más cómodos sabiendo
que el resto de sus enemigos eran los propios siracusanos, a quienes
ya conocían bien y tenían muy medidos, hicieron preparativos para
reconquistar la isla. Reclutaron mercenarios entre los viejos
enemigos de Roma: galos, ligures, campanos... Y si miráis un mapa,
veréis que el mejor punto para llevar el equipamiento y agrupar las
tropas, el lugar que mejor abrigo les proporcionaba para sus rutas de
suministro, era la polis de Agrigento. Situada en la punta sur de
Sicilia, la navegación hasta ella no podía ser interceptada. De
modo que fueron reuniendo sus bagajes, provisiones, armas y tropas
allí.
Fuente: Ancient HistoryEncyclopedia |
Los
cónsules del año, destinados a Sicilia, Lucio Postumo y Quinto
Manilio, supieron entender bien la situación. A pesar de que la
guerra se había extendido por la isla en forma de pequeñas
escaramuzas, se dio cuenta de que era desde Agrigento desde donde
todas las posiciones cartaginesas eran abastecidas y guarnecidas. De
modo que se dispuso a cortar aquel “nudo gordiano” de un solo
tajo, desentendiéndose de todos los frentes salvo la base de
operaciones de sus enemigos. Así que hacia allá marchó con casi
todas sus tropas.
En
los siglos siguientes, muchos asedios emprenderían los romanos, y
por mucho tiempo se hablaría de ello. Eran los maestros de la
poliorcética: Alesia, Masada, etc. Y si en esos años lo hicieron
tan bien, era porque llevaban siglos perfeccionando su técnica.
Agrigento es uno de esos ejemplos. Un asedio asombroso, en el siglo
III a.d.C., en el que ambos bandos tuvieron que dar lo mejor de sí.
El
general cartaginés, Aníbal (no, no Aníbal Barca. Otro Aníbal, un
poco mayor que Amílcar Barca) observó con impotencia cómo los
romanos prepararon la circunvolución de la ciudad sin que ninguna de
sus salidas tuviera éxito. Habían levantado dos campamentos, uno a
cada lado de la ciudad, y fortificaron el espacio entre ambos con
fosos, muros y torres de vigilancia. Y puesto que sabían que estaban
en territorio enemigo, hicieron una segunda línea de circunvalación
por el lado de fuera, para protegerse la retaguardia. Todos sus
equipos y materiales se concentraban en una pequeña aldea llamada
Herbeso, desde donde una línea de carretas transportaba
continuamente las mercancías hasta el frente.
Aníbal podía abastecerse por mar, pero las líneas de suministro
eran demasiado largas. Eso sí, envió numerosos mensajes a Cartago
solicitando ayuda, pues en cierta forma, los romanos también estaban
inmovilizados en Agrigento, y un ataque desde el exterior podría
atraparlos entre dos frentes, y no dejó de intentar salidas para
desgastar las defensas romanas.
En
Cartago se atendió con celeridad la llamada de Aníbal. Reunieron
más tropas, incluso un buen número de elefantes, y los embarcaron
con rumbo a Sicilia. Quisiera destacar la gran ventaja tecnológica
de los cartagineses. Antes de que los romanos pensaran siquiera en
construir barcos de guerra, los cartagineses transportaban elefantes
por mar. Elefantes. Dos siglos antes, los propios atenienses
sorprendieron a los espartanos modificando sus naves para transportar
caballos. Pues los cartagineses, insisto, transportaban elefantes.
El
general de la nueva expedición se llamaba Hannón, y la verdad es
que demostró estar a la altura de las circunstancias. Hannón
desembarcó cerca de Heraclea, la tomó y la convirtió en su base de
operaciones. Para aquel entonces, los romanos llevaban al menos cinco
meses asediando Agrigento. Aníbal y sus tropas pasaban hambre.
Hannón leyó acertadamente la situación, y en un ataque por
sorpresa tomó Herbeso y segó con un solo movimiento las líneas de
abastecimiento romanas. Así estos tuvieron que encerrarse dentro de
sus fortificaciones, y de asediadores, pasaron a asediados.
Cinco
meses sostuvo el cerco Hannón. Aquel asedio se convirtió en una
prueba de resistencia, pues tanto Aníbal en Agrigento como los
romanos dentro de sus defensas, pasaban hambre, enfermedades y
miseria, y vivían en unas condiciones terribles. Era una carrera
contra el hambre, en la que solo uno podría salir ganador. De no
haber sido por el empeño que Hierón de Siracusa puso en asistir y
abastecer a las legiones, hubieran levantado el campamento. Y cuando
Hannón estimó que los romanos estaban al límite, lanzó un astuto
ataque con sus jinetes númidas que consiguió, de acuerdo a sus
planes, atraer a la caballería romana al exterior. Los númidas, en
falsa fuga, cuando los romanos se habían alejado lo suficiente, se
dieron la vuelta y dieron buena cuenta de ellos. Mientras, Hannón
avanzó de súbito y sin que nadie pudiera oponérsele, sus hombres
establecieron un nuevo campamento casi a tiro de piedra de las líneas
romanas, impidendo cualquier ayuda de Siracusa, y allí se dispuso a
lanzar el asalto final.
Dos
meses pasaron así, hasta que Aníbal mandó el mensaje, mediante
señales de fuego, de que no podían aguantar más. Entonces, Hannón
puso a sus cincuenta elefantes y a sus mercenarios en orden de
batalla, y se lanzó contra los romanos.
Puerto de Cartago. Fuentr: La taberna del puerto |
Los
romanos se lanzan al mar.
Corvus. Fuente Entre la Historia y la pared |
La
toma de Agrigento sorprendió incluso a los propios romanos. La
guerra en Sicilia iba bien, pero el dominio del mar seguía
perteneciendo a los cartagineses, que ante los reveses que sufrían
en tierra, se lanzaron a devastar las costas de Italia. Incluso las
ciudades sicilianas que se unieron a los romanos tras Agrigento,
hicieron defección de ellos, aterrorizados por las incursiones de
castigo de los cartagineses. Entonces, los comicios decidieron que
debían construir una flota y disputar el mar a sus enemigos.
No
podemos dejar de destacar esta decisión del pueblo romano. Nos dice
Polibio que la primera vez que los romanos atravesaron el estrecho de
Mesina, no tenían ni un sola nave de guerra con una cubierta
superior desde la que poder luchar, como los trirremes o
quinquirremes. De hecho, los astilleros romanos no sabían
construirlos. Tecnológicamente estaba fuera de sus posibilidades.
Pero quiso la fortuna que un quinquirreme cartaginés encallara
frente a las costas de Italia. Rápidamente se hicieron con el pecio,
lo desmontaron, lo estudiaron y así hicieron las primeras plantillas
para construir su flota de guerra. Aquella nave varada fue su
modelo.
Pero
no solo necesitaban barcos. Los barcos había que tripularlos, y los
romanos no tenían mucha experiencia como remeros. Pero de nuevo
hicieron increíble, pues su decisión era tal que buscaron la
solución para cada uno de los problemas que tuvieron. Se buscaron
voluntarios, y se pusieron a entrenar en tierra seca, con bancos
simulando su posición en los navíos y agitando remos imaginarios de
acuerdo a las órdenes de sus contramaestres. Entrenaron durante
meses, y conforme los navíos se iban botando, los equipaban y aun
entrenaron unas semanas en condiciones reales. Pero nada más; con
tan audaces pero escasos preparativos, los romanos se dispusieron a
disputar el mar a la mejor flota del mediterráneo con las mejores y
más entrenadas tripulaciones. Si hay un límite entre el valor y la
locura, los romanos lo recorrieron en precario equilibrio.
La
verdad es que aquellos primeros navíos no eran nada marineros, y en
cuanto los pusieron en el agua se dieron cuenta de que no serían
capaces de maniobrar ni la mitad de bien que los cartagineses. Fue
entonces cuando, siendo conscientes de sus problemas técnicos,
encontraron la solución más brillante: puesto que los superaban en
combate terrestre, la estrategia romana de lucha en el mar se basó
desde el primer momento en buscar el contacto y, sobre todo, impedir
que las naves enemigas volvieran a alejarse. Y para ello
desarrollaron el corvus: una pasarela con garfios, orientable, que
podía trabarse con cualquier navío enemigo con el que contactara la
quinquirreme. Dicha pasarela permitiría el paso de los infantes
romanos a la cubierta enemiga, donde su habilidad para el combate
cuerpo a cuerpo valía más que los remeros veteranos de Cartago. Era
un plan jodidamente arriesgado, pero estimaron aun así que merecía
la pena intentarlo.
No
debemos pensar que en esta época Roma era tan poderosa como vino
después de estas guerras. En estos momentos se habían hecho con el
control de Italia, pero en cuanto a tecnología naval, realmente
estaban más de dos siglos por detrás de Cartago. Si buscásemos un
símil más gráfico, es como el ejército inglés de la Guerra de
los Siete años, como los casacas rojas del conde de Cumberland, se
hicieran con los restos de un Focke Wulf, lo usaran como plantilla,
entrenaran pilotos en la parte de atrás de un granero, sentados
sobre una bala de paja y con un bastón como palanca, y luego los
lanzaran a combatir contra la Luftwafe en la Batalla de Inglaterra,
basando sus esperanzas de ganar en enganchar a los Bf109 al pasar
cerca, asaltarlo y acabar con el piloto a puñetazos...
.
¿Y el resultado? Ni os podéis imaginar el resultado.
Cuando
cruzaron de nuevo a Sicilia, el cónsul Cneo Cornelio se adelantó
con una pequeña escuadra hasta la ciudad de Lilibeo, y el almirante
Boodes, habiendo tenido noticias de ello, los asaltó cuando las
naves estaban fondeadas y sin tripulación en la bahía. Cneo
Cornelio se rindió sin saber cómo había llegado a aquella
situación. Fue Cayo Duilio, jefe del ejército de tierra, quien tras
reunirse con lo que quedaba de la flota, presentó batalla en el mar,
en Milas, a los cartagineses. Dudaron estos al ver las extrañas
estructuras de los cuervos enhiestas sobre las cubiertas, pero
finalmente despreciaron las deficientes naves romanas y se lanzaron
al asalto de la manera habitual.
Y
aquí la sorpresa jugó en su contra. Para su desgracia, la primera
oleada cartaginesa quedó trabada con la vanguardia romana, y sin
poder maniobrar, fueron brutalmente abordadas. Ya sabéis, todo eso
de “He visto cosas que vosotros no creeríais: asaltar naves en
llamas más allá de Mesina...”. Una carnicería. Cincuenta naves
de guerra fueron capturadas, y los cartagineses tuvieron que
retirarse a toda prisa para no sufrir más daños.
Navegar es arriesgado. Fuente History Collection |
La
batalla de Milas fue a la guerra naval lo que Queronea fue a la
guerra hoplítica, Agicourt a los caballeros franceses, lo que fue
Rocroix a los Tercios, o lo fue Alejandro al nudo gordiano. Gracias a
su mierda de flota, los romanos acabaron de un plumazo con siglos de
doctrina militar naval. Se acabó la guerra de las maniobras, las
envolturas, las embestidas, el segado de remos y todo eso. Acabaron
con las sutilezas. La guerra en el mar se convirtió en lanzarse de
frente contra el enemigo, trabarlo y exterminarlo a punta de espada.
Todavía se lucharían batallas tradicionales. Los cartagineses
siguieron fabricando sus excelentes naves, pues tardaron en darse
cuenta de toda su estrategia naval quedó obsoleta frente a Milas de
Sicilia. Aquel día, el viejo mar Medio comenzó a convertirse en el
Mare Nostrum.
Continuará.
La
Primera Guerra Púnica en los wargames
Es
este un periodo fascinante para jugar campañas con ejércitos
históricos. Como haremos varios artículos, centraremos este primero
en el ejército cartaginés de este periodo.
En
DBA, la lista es la II/32, Later Carthaginian. Esta lista tiene un Cv
general (mi favorito); 1LH, númidas, obviamente; 3x4Sp, que pueden
representar lanceros africanos, o la propia falange cartaginesa (que
en este periodo no operó nunca fuera de África); 1 peana de 3/4Ax,
que representa a tropas itálicas como campanos, o bien íberos o
mercenarios griegos, ya que las reglas DBX trataban a los
thureophoroi helenísticos como Ax; 3 peanas opcionales a configurar
como Wb o Ps, que representa a los galos en modo Wb, o bien honderos
baleares y caetrati íberos; 1 peana opcional entre El y Cv, y otra
entre El y LH, que representan más caballería cartaginesa en el
primer caso, más caballería ligera númida en el segundo, o bien el
temible frente de elefantes que tantas veces usaron los cartagineses.
Una última peana de Ps cierra el ejército. Es un ejército de mucha
agresividad, pero su composición mixta lo hace muy versátil para
todo tipo de terreno. Es litoral, así que puede jugar también a
desembarcos costeros bajo las condiciones del reglamento, algo muy
interesante.
Ejército cartaginés para DBA. Fuente: The miniatures page |
En
AdlG, la lista es la 55. Con mando 5 y Aníbal Barca como general,
presenta estas mismas opciones que DBA, y luego la lista desarrolla
en detalle la Segunda Guerra Púnica, pero esas opciones quedan más
allá de este artículo. Otro dato curioso es que también los
mercenarios griegos son tratados como infantería media y no pesada.
Y a los elefantes, los pone directamente mediocres, puesto que los
cartagineses usaban elefantes africanos, más pequeños, sin
armadura.
FoG
presenta las mismas opciones más o menos. La Cv cartaginesa es
superior acorazada light spear, lo que le da ventaja frente a la
contemporánea romana, por ejemplo. Y a los mercenarios griegos, como
principal diferencia, les permite la opción de ser infantería
pesada.
Sigue en la segunda parte
Sigue en la segunda parte
¡Saludos! Acabo de descubrir este blog por casualidad en Menéame
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el artículo, pero lo que realmente me ha sorprendido es el enlace con los Wargames.
Soy aficionado a la historia militar, pero apasionado de los wargames, por lo que la sorpresa no solo ha sido mayúscula, sino que ha sido realmente gratificante.
Aunque no es mi faceta favorita, también colecciono histórico en 15mm, siendo Cartago mi facción elegida para la antigüedad.
Me alegro que te guste y te haya sorprendido. Yo era warhamero de pro y luego me pase a históricos. Precisamente comenzamos con esto para tener "libros de ejército" para los históricos.
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