viernes, 1 de marzo de 2019

La Primera Guerra Púnica. Parte I.

Mercenarios de Campania. Fuente: Anábasis  Histórica
Saludos. Comenzamos aquí una serie de artículos sobre la Primera Guerra Púnica.Estamos habituados a ver cómo los astutos cónsules o generales romanos recurrían a retorcidos ”cassus belli” para justificar sus guerras. Pero en esta época de la república, lo sorprendente es que no era necesario. Fue el propio pueblo romano el que decidió entrar en conflicto con Cartago. Lo que sí hicieron fue aprovechar la situación que habían provocado unos mercenarios de origen campano, que fueron a Sicilia algunos años antes al servicio de los siracusanos. Estos mercenarios, al servicio del tirano Agatocles, fueron destinados a Mesina. Allí vieron que la ocasión les era propicia para hacerse con el poder y tras un sangriento golpe de estado, mataron al consejo de la ciudad, desertaron de los siracusanos y se dieron a toda clase de pillajes. Comenzaron a autodenominarse “mamertinos”, pues Mamerto es el nombre que los campanos daban al dios de la Guerra.Tras unos años de desmanes, los siracusanos fueron a por ellos y comenzaron a pasar apuros, y entraron en negociaciones con los cartagineses para entregarles la ciudad. Pero he aquí que un grupo de mamertinos cruzó el estrecho hasta Italia y comenzó a negociar en paralelo con los romanos. Los romanos pensaban que si caía Mesina en manos cartaginsas, el resto de la isla no tardaría en caer. Roma ya había puesto orden en Regio, la ciudad frente a Mesina, al otro lado del estrecho, donde unos legionarios romanos habían desertado y habían hecho lo mismo que los mamertinos. Pues bien, corría el año 264 a.d.C., y el senado y los comicios se reunieron cada uno en sus sesiones para decidir qué hacer. El Senado, que dirigía la política exterior, desaconsejó la invasión de Sicilia. Roma acababa de salir de muchas guerras, y estaban casi arruinados. Tampoco estaban seguros de qué harían los cartagineses y los siracusanos. Pero, curiosamente, fue el pueblo, en los comicios, que tenían la potestad de declarar la guerra, los que optaron por probar fortuna, precisamente huyendo de la ruina. Una prueba más de que asociación de la democracia a la paz han ido de la mano sólo tras ls II G. M.

Las primeras hostilidades
Legiones republicanas, Fuente: Orden de batalla
Pues bien, los romanos enviaron al cónsul Apio Claudio con cuatro legiones hasta Regio, desde donde debía cruzar a Mesina. Mientras, el general cartaginés ya había entrado en Mesina, y estaba haciéndose con el poder cuando los propios mamertinos le tendieron una trampa y lo expulsaron de la ciudad, pues superion que Apio estaba ya en Regio dispuesto a cruzar. Los cartagineses sitiaron Mesina, y Apio Claudio cruzó el estrecho para asistir a los mamertinos. Esta fue la primera vez que un ejército romano operaba fuera de la península. De ahí lo relevante de todo esto desde un punto de vista histórico, considerando lo que ocurriría en los años posteriores.
En aquellos momentos, los romanos no tenían flota militar. Fueron los tarentinos y otros helenos del sur de Italia los que les prestaron los barcos. Pero tan pronto como entraron en Mesina y vieron a las fuerzas cartaginesas rodeando la ciudad, y a los siracusanos, que se pusieron al lado de los cartagineses, decidieron salir a combatir, a hacer lo que mejor hacían. Así que Apio Claudio sacó a sus tropas, y tras una dura batalla puso en fuga a cartagineses y siracusanos. Y viendo sus éxito, Apio no vaciló. Persiguió a los cartagineses y no les dio cuartel en ninguna de las plazas en las que se refugiaron, y finalmente, puso sitio a Siracusa.
En esto que su año de cónsul acabó, y Roma envió dos nuevos cónsules a Sicilia: Manio Otacilio y Manio Valerio. Numerosas poblaciones habían desertado de los cartagineses para entonces, y Siracusa, que acababa de descubrir con dolor de qué pasta estaban hechos los legionarios, se apostó su futuro a una nueva alianza con Roma. Y estos aceptaron encantados. Esta alianza tenía múltiples ventajas. Por un lado, los romanos se aseguraban avituallamiento sobre la propia isla, sin tener que depender de envíos de provisiones desde el continente. En segundo lugar, les permitía reducir su presencia a dos legiones, en lugar de las cuatro que habían destinado aquellos dos primeros años de guerra.

El asedio de Agrigento

Los cartagineses se lamieron las heridas y no tardaron en decidir que merecía la pena arriesgar para no perder Sicilia en aquel momento, cuando la habían tenido al alcance de sus dedos. Y si bien es cierto que los romanos les habían vencido en tierra, consideraron que las pérdidas sufridas eran aceptables, y su fuerza, pareja a Roma, y aún mayor, puesto que poseían el dominio del mar, indiscutible todavía, y tenían muchos recursos, tanto pecuniarios como humanos para apostar por su victoria. Siendo conscientes de que los romanos ya sólo habían dejado dos legiones, y estando más cómodos sabiendo que el resto de sus enemigos eran los propios siracusanos, a quienes ya conocían bien y tenían muy medidos, hicieron preparativos para reconquistar la isla. Reclutaron mercenarios entre los viejos enemigos de Roma: galos, ligures, campanos... Y si miráis un mapa, veréis que el mejor punto para llevar el equipamiento y agrupar las tropas, el lugar que mejor abrigo les proporcionaba para sus rutas de suministro, era la polis de Agrigento. Situada en la punta sur de Sicilia, la navegación hasta ella no podía ser interceptada. De modo que fueron reuniendo sus bagajes, provisiones, armas y tropas allí.
Fuente: Ancient HistoryEncyclopedia

Los cónsules del año, destinados a Sicilia, Lucio Postumo y Quinto Manilio, supieron entender bien la situación. A pesar de que la guerra se había extendido por la isla en forma de pequeñas escaramuzas, se dio cuenta de que era desde Agrigento desde donde todas las posiciones cartaginesas eran abastecidas y guarnecidas. De modo que se dispuso a cortar aquel “nudo gordiano” de un solo tajo, desentendiéndose de todos los frentes salvo la base de operaciones de sus enemigos. Así que hacia allá marchó con casi todas sus tropas.
En los siglos siguientes, muchos asedios emprenderían los romanos, y por mucho tiempo se hablaría de ello. Eran los maestros de la poliorcética: Alesia, Masada, etc. Y si en esos años lo hicieron tan bien, era porque llevaban siglos perfeccionando su técnica. Agrigento es uno de esos ejemplos. Un asedio asombroso, en el siglo III a.d.C., en el que ambos bandos tuvieron que dar lo mejor de sí.
El general cartaginés, Aníbal (no, no Aníbal Barca. Otro Aníbal, un poco mayor que Amílcar Barca) observó con impotencia cómo los romanos prepararon la circunvolución de la ciudad sin que ninguna de sus salidas tuviera éxito. Habían levantado dos campamentos, uno a cada lado de la ciudad, y fortificaron el espacio entre ambos con fosos, muros y torres de vigilancia. Y puesto que sabían que estaban en territorio enemigo, hicieron una segunda línea de circunvalación por el lado de fuera, para protegerse la retaguardia. Todos sus equipos y materiales se concentraban en una pequeña aldea llamada Herbeso, desde donde una línea de carretas transportaba continuamente las mercancías hasta el frente.
Aníbal podía abastecerse por mar, pero las líneas de suministro eran demasiado largas. Eso sí, envió numerosos mensajes a Cartago solicitando ayuda, pues en cierta forma, los romanos también estaban inmovilizados en Agrigento, y un ataque desde el exterior podría atraparlos entre dos frentes, y no dejó de intentar salidas para desgastar las defensas romanas.
En Cartago se atendió con celeridad la llamada de Aníbal. Reunieron más tropas, incluso un buen número de elefantes, y los embarcaron con rumbo a Sicilia. Quisiera destacar la gran ventaja tecnológica de los cartagineses. Antes de que los romanos pensaran siquiera en construir barcos de guerra, los cartagineses transportaban elefantes por mar. Elefantes. Dos siglos antes, los propios atenienses sorprendieron a los espartanos modificando sus naves para transportar caballos. Pues los cartagineses, insisto, transportaban elefantes.
El general de la nueva expedición se llamaba Hannón, y la verdad es que demostró estar a la altura de las circunstancias. Hannón desembarcó cerca de Heraclea, la tomó y la convirtió en su base de operaciones. Para aquel entonces, los romanos llevaban al menos cinco meses asediando Agrigento. Aníbal y sus tropas pasaban hambre. Hannón leyó acertadamente la situación, y en un ataque por sorpresa tomó Herbeso y segó con un solo movimiento las líneas de abastecimiento romanas. Así estos tuvieron que encerrarse dentro de sus fortificaciones, y de asediadores, pasaron a asediados.
Cinco meses sostuvo el cerco Hannón. Aquel asedio se convirtió en una prueba de resistencia, pues tanto Aníbal en Agrigento como los romanos dentro de sus defensas, pasaban hambre, enfermedades y miseria, y vivían en unas condiciones terribles. Era una carrera contra el hambre, en la que solo uno podría salir ganador. De no haber sido por el empeño que Hierón de Siracusa puso en asistir y abastecer a las legiones, hubieran levantado el campamento. Y cuando Hannón estimó que los romanos estaban al límite, lanzó un astuto ataque con sus jinetes númidas que consiguió, de acuerdo a sus planes, atraer a la caballería romana al exterior. Los númidas, en falsa fuga, cuando los romanos se habían alejado lo suficiente, se dieron la vuelta y dieron buena cuenta de ellos. Mientras, Hannón avanzó de súbito y sin que nadie pudiera oponérsele, sus hombres establecieron un nuevo campamento casi a tiro de piedra de las líneas romanas, impidendo cualquier ayuda de Siracusa, y allí se dispuso a lanzar el asalto final.
Dos meses pasaron así, hasta que Aníbal mandó el mensaje, mediante señales de fuego, de que no podían aguantar más. Entonces, Hannón puso a sus cincuenta elefantes y a sus mercenarios en orden de batalla, y se lanzó contra los romanos.
Puerto de Cartago. Fuentr: La taberna del puerto
Fue una de las batallas más terribles y desconocidas de la historia de Roma. Las legiones estaban famélicas, y la mayoría enfermos, y si no arrojaron las armas y huyeron quizá fuera porque estaban demasiado débiles para correr. Pero tenían buenas defensas, y con un terrible esfuerzo rechazaron a los mercenarios de Hannón, y los persiguieron, y fue entonces cuando la suerte cayó a favor de los romanos, puesto que los mercenarios tuvieron que retroceder entre los elefantes, y estos se asustaron. Sus mahuts perdieron el control sobre las bestias y hubo una terrible estampida. Fueron los elefantes los que se volvieron contra Hannón y así se culminó su derrota, cuando lo tenía todo a su favor. Se hicieron con un gran botín. Pero no se enfrentaban a hombres inferiores. Aníbal vivió con amargura la derrota de Hannón, pero cuando vio que los romanos se emborrachaban y descuidaban su guardia, aguardó a la noche, cegó los fosos y escapó de Agrigento con todo su ejército, dejando, eso sí, otro gran botín para Roma entre los muros de la ciudad.

Los romanos se lanzan al mar.
Corvus. Fuente Entre la Historia y la pared
La toma de Agrigento sorprendió incluso a los propios romanos. La guerra en Sicilia iba bien, pero el dominio del mar seguía perteneciendo a los cartagineses, que ante los reveses que sufrían en tierra, se lanzaron a devastar las costas de Italia. Incluso las ciudades sicilianas que se unieron a los romanos tras Agrigento, hicieron defección de ellos, aterrorizados por las incursiones de castigo de los cartagineses. Entonces, los comicios decidieron que debían construir una flota y disputar el mar a sus enemigos.
No podemos dejar de destacar esta decisión del pueblo romano. Nos dice Polibio que la primera vez que los romanos atravesaron el estrecho de Mesina, no tenían ni un sola nave de guerra con una cubierta superior desde la que poder luchar, como los trirremes o quinquirremes. De hecho, los astilleros romanos no sabían construirlos. Tecnológicamente estaba fuera de sus posibilidades. Pero quiso la fortuna que un quinquirreme cartaginés encallara frente a las costas de Italia. Rápidamente se hicieron con el pecio, lo desmontaron, lo estudiaron y así hicieron las primeras plantillas para construir su flota de guerra. Aquella nave varada fue su modelo.
Pero no solo necesitaban barcos. Los barcos había que tripularlos, y los romanos no tenían mucha experiencia como remeros. Pero de nuevo hicieron increíble, pues su decisión era tal que buscaron la solución para cada uno de los problemas que tuvieron. Se buscaron voluntarios, y se pusieron a entrenar en tierra seca, con bancos simulando su posición en los navíos y agitando remos imaginarios de acuerdo a las órdenes de sus contramaestres. Entrenaron durante meses, y conforme los navíos se iban botando, los equipaban y aun entrenaron unas semanas en condiciones reales. Pero nada más; con tan audaces pero escasos preparativos, los romanos se dispusieron a disputar el mar a la mejor flota del mediterráneo con las mejores y más entrenadas tripulaciones. Si hay un límite entre el valor y la locura, los romanos lo recorrieron en precario equilibrio.
La verdad es que aquellos primeros navíos no eran nada marineros, y en cuanto los pusieron en el agua se dieron cuenta de que no serían capaces de maniobrar ni la mitad de bien que los cartagineses. Fue entonces cuando, siendo conscientes de sus problemas técnicos, encontraron la solución más brillante: puesto que los superaban en combate terrestre, la estrategia romana de lucha en el mar se basó desde el primer momento en buscar el contacto y, sobre todo, impedir que las naves enemigas volvieran a alejarse. Y para ello desarrollaron el corvus: una pasarela con garfios, orientable, que podía trabarse con cualquier navío enemigo con el que contactara la quinquirreme. Dicha pasarela permitiría el paso de los infantes romanos a la cubierta enemiga, donde su habilidad para el combate cuerpo a cuerpo valía más que los remeros veteranos de Cartago. Era un plan jodidamente arriesgado, pero estimaron aun así que merecía la pena intentarlo.
No debemos pensar que en esta época Roma era tan poderosa como vino después de estas guerras. En estos momentos se habían hecho con el control de Italia, pero en cuanto a tecnología naval, realmente estaban más de dos siglos por detrás de Cartago. Si buscásemos un símil más gráfico, es como el ejército inglés de la Guerra de los Siete años, como los casacas rojas del conde de Cumberland, se hicieran con los restos de un Focke Wulf, lo usaran como plantilla, entrenaran pilotos en la parte de atrás de un granero, sentados sobre una bala de paja y con un bastón como palanca, y luego los lanzaran a combatir contra la Luftwafe en la Batalla de Inglaterra, basando sus esperanzas de ganar en enganchar a los Bf109 al pasar cerca, asaltarlo y acabar con el piloto a puñetazos...
. ¿Y el resultado? Ni os podéis imaginar el resultado.
Cuando cruzaron de nuevo a Sicilia, el cónsul Cneo Cornelio se adelantó con una pequeña escuadra hasta la ciudad de Lilibeo, y el almirante Boodes, habiendo tenido noticias de ello, los asaltó cuando las naves estaban fondeadas y sin tripulación en la bahía. Cneo Cornelio se rindió sin saber cómo había llegado a aquella situación. Fue Cayo Duilio, jefe del ejército de tierra, quien tras reunirse con lo que quedaba de la flota, presentó batalla en el mar, en Milas, a los cartagineses. Dudaron estos al ver las extrañas estructuras de los cuervos enhiestas sobre las cubiertas, pero finalmente despreciaron las deficientes naves romanas y se lanzaron al asalto de la manera habitual.
Y aquí la sorpresa jugó en su contra. Para su desgracia, la primera oleada cartaginesa quedó trabada con la vanguardia romana, y sin poder maniobrar, fueron brutalmente abordadas. Ya sabéis, todo eso de “He visto cosas que vosotros no creeríais: asaltar naves en llamas más allá de Mesina...”. Una carnicería. Cincuenta naves de guerra fueron capturadas, y los cartagineses tuvieron que retirarse a toda prisa para no sufrir más daños.
Navegar es arriesgado. Fuente History Collection

La batalla de Milas fue a la guerra naval lo que Queronea fue a la guerra hoplítica, Agicourt a los caballeros franceses, lo que fue Rocroix a los Tercios, o lo fue Alejandro al nudo gordiano. Gracias a su mierda de flota, los romanos acabaron de un plumazo con siglos de doctrina militar naval. Se acabó la guerra de las maniobras, las envolturas, las embestidas, el segado de remos y todo eso. Acabaron con las sutilezas. La guerra en el mar se convirtió en lanzarse de frente contra el enemigo, trabarlo y exterminarlo a punta de espada. Todavía se lucharían batallas tradicionales. Los cartagineses siguieron fabricando sus excelentes naves, pues tardaron en darse cuenta de toda su estrategia naval quedó obsoleta frente a Milas de Sicilia. Aquel día, el viejo mar Medio comenzó a convertirse en el Mare Nostrum.
Continuará.

La Primera Guerra Púnica en los wargames
Es este un periodo fascinante para jugar campañas con ejércitos históricos. Como haremos varios artículos, centraremos este primero en el ejército cartaginés de este periodo.
En DBA, la lista es la II/32, Later Carthaginian. Esta lista tiene un Cv general (mi favorito); 1LH, númidas, obviamente; 3x4Sp, que pueden representar lanceros africanos, o la propia falange cartaginesa (que en este periodo no operó nunca fuera de África); 1 peana de 3/4Ax, que representa a tropas itálicas como campanos, o bien íberos o mercenarios griegos, ya que las reglas DBX trataban a los thureophoroi helenísticos como Ax; 3 peanas opcionales a configurar como Wb o Ps, que representa a los galos en modo Wb, o bien honderos baleares y caetrati íberos; 1 peana opcional entre El y Cv, y otra entre El y LH, que representan más caballería cartaginesa en el primer caso, más caballería ligera númida en el segundo, o bien el temible frente de elefantes que tantas veces usaron los cartagineses. Una última peana de Ps cierra el ejército. Es un ejército de mucha agresividad, pero su composición mixta lo hace muy versátil para todo tipo de terreno. Es litoral, así que puede jugar también a desembarcos costeros bajo las condiciones del reglamento, algo muy interesante.
Ejército cartaginés para DBA. Fuente: The miniatures page


En AdlG, la lista es la 55. Con mando 5 y Aníbal Barca como general, presenta estas mismas opciones que DBA, y luego la lista desarrolla en detalle la Segunda Guerra Púnica, pero esas opciones quedan más allá de este artículo. Otro dato curioso es que también los mercenarios griegos son tratados como infantería media y no pesada. Y a los elefantes, los pone directamente mediocres, puesto que los cartagineses usaban elefantes africanos, más pequeños, sin armadura.
FoG presenta las mismas opciones más o menos. La Cv cartaginesa es superior acorazada light spear, lo que le da ventaja frente a la contemporánea romana, por ejemplo. Y a los mercenarios griegos, como principal diferencia, les permite la opción de ser infantería pesada.

Sigue en la segunda parte

2 comentarios:

  1. ¡Saludos! Acabo de descubrir este blog por casualidad en Menéame
    Me ha gustado mucho el artículo, pero lo que realmente me ha sorprendido es el enlace con los Wargames.
    Soy aficionado a la historia militar, pero apasionado de los wargames, por lo que la sorpresa no solo ha sido mayúscula, sino que ha sido realmente gratificante.

    Aunque no es mi faceta favorita, también colecciono histórico en 15mm, siendo Cartago mi facción elegida para la antigüedad.

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  2. Me alegro que te guste y te haya sorprendido. Yo era warhamero de pro y luego me pase a históricos. Precisamente comenzamos con esto para tener "libros de ejército" para los históricos.

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