Saludos. Habíamos dejado a nuestros
admirados romanos y cartagineses en el cambio de paradigma que supuso
la batalla naval de Milas, en el 260 a.d.C.
En los siguientes cuatro años, la
guerra, pues esta fue una guerra larga, se sucedieron pequeñas
acciones por tierra y por mar. Un general llamado Amílcar, enterado
de ciertas desavenencias entre los romanos y sus aliados sicilianos,
atacó a estos cuando estaban separados de aquellos, en una brillante
acción que acabó con cuatro mil auxiliares menos. Poco después,
este Amílcar fue enviado a Cerdeña, y la flota romana le siguió y
atacó por sorpresa, le derrotó y le capturaron muchos barcos. Los
propios cartagineses crucificaron (literalmente) a su general por
incompetencia. También se combatió en Palermo
y Camarina. En fin, a cada golpe seguía un contragolpe un
poco más audaz.
No fue hasta el 256 a.d.C cuando los
romanos decidieron que debían llevar la guerra a África. Reunieron
una gran flota al mando de Marco Atilio Régulo y Lucio Manlio.
Tenían transporte de caballos y víveres y trescientas naves
ponteadas. Claro que todos estos preparativos no habían pasado
desapercibido a los cartagineses, y su vez estos reunieron una flota
asombrosa de trescientas cincuenta naves de guerra, y se dirigieron a
Sicilia, donde se organizaba la escuadra.
La batalla de Écnomo
Los romanos, sabiendo que iban a
cruzar el mar abierto, expuestos a las maniobras cartaginesas,
diseñaron una formación muy especial, algo que no se había visto
antes y que les proporcionó una gran protección: una cuña. Dos
cuerpos de la flota avanzaban dispuestos en una línea escalonada
tras las dos naves consulares. El tercer y cuarto cuerpo formaban la
base del triángulo. Era el tercero el que remolcaba los transportes.
El cuarto cerraba la retaguardia y proporcionaba protección, pues
superaba el ancho de la cuña y sobresalía por ambos flancos. Cuando
la flota zarpó, navegaron cerca de Écnomo, en la costa de Sicilia,
con esta a la derecha. Navegaban paralelos a la costa cuando los
cartagineses les atacaron.
Estos habían dispuestos sus naves en
una formación extendida, de una sola nave de profundidad, con un ala
extendida a la derecha, hacia alta mar, con objeto de envolver la
formación. El encargado de esta misión fue Hannón, el derrotado en
Agrigento, mientras que la flota centralla guiaría otro Amílcar
(no, tampoco este es el Bárquida, ni el anterior, crucificado en
Cerdeña). Y en verdad eran ambos almirantes notables, pues esta
batalla no se decidió por la impericia o la falta de audacia de
ninguno de los bandos. Os he preparado unos gráficos para entender bien el desarrollo de este asombroso encuentro naval.
Despligue inicial |
Polibio nos dice que había 120
soldados y 200 remeros por nave. En total, en Écnomo se enfrentaron
más de 300.000 hombres. Fue la batalla naval más grande de la
Antigüedad, librada por dos potencias iguales en fuerza y en
recursos por aquel entonces.
Amílcar, decíamos, atacó con su
frente extendido, pero los romanos estimaron que su formación era
más fuerte que la de los cartagineses, y se lanzaron contra el
centro con objeto de atravesar el frente. Ahí marcharon los cuerpos
primero y segundo de la flota, la punta de la cuña. Pero Amílcar
era un tipo muy listo, y por algo los cartagineses eran considerados
los señores del mar. En una asombrosa maniobra, todo su frente dio
media vuelta al mismo tiempo (hablamos de al menos doscientas naves
en línea, sin estorbarse), fingió huir y esperó a que los romanos
le siguieran. Y lo hicieron. Vaya si lo hicieron.
Amílcar atrae a la vanguardia romana fingiendo una retirada |
En ese momento, al alejarse el primer
y segundo cuerpo, el tercero y cuarto, con los transportes, quedaron
desprotegidos. Soltaron los transportes y se aprestaron al combate,
porque en ese momento les llegó desde el mar abierto Hannón con su
cuerpo de flota, y los pilló contra la costa. Pues entonces se
reveló la brillante estrategia de los almirantes cartagineses, que
supieron aprovechar sus fortalezas y llevar la batalla al punto donde
querían. Supieron leer la batalla: la clave para evitar la invasión
estaba en los transportes que remolcaba el tercer cuerpo. Sin ellos,
un ejército tran grande no podría resistir en África. La brillante
táctica cartaginesa, atrayendo la vanguardia lejos del resto de la
flota con una maniobra perfectamente coordinada y ejecutada era el
mejor ejemplo de lo que aquellos señores del mar podían hacer. Era
la excelencia de una doctrina naval perfeccionada durante siglos.
Pero todavía tenían que hundir los
transportes, protegidos por los barcos romanos, y para ello tenían
que acercarse a ellos y luchar. Aquí fue donde el veneno de los
cuervos aun escocía en las heridas de Cartago. Cuando Amílcar giró
de nuevo para trabarse al fin con los romanos de la vanguardia,
intentaba ganar tiempo para Hannón. Probablemente sabía que en
combate, estaría en inferioridad frente a sus enemigos, pues se
vería privado de su maniobrabilidad. Pero era el tiempo que Hannón
necesitaba para arrinconar y asfixiar al tercer y cuarto cuerpo de
flota romano, para atacarles con mucho cuidado, sólo donde tuvieran
ventaja, e inutilizar sus medios. Imaginemos la vista de aquellos barcos romanos acercándose, con los cuervos maniobrando, listos para anclarse en las naves cartaginesas. La adrenalina, el miedo, las arengas de los capitanes...
Entonces llega Hannón desde alta mar a atacar a la retaguardia |
Pero Hannón necesitó demasiado
tiempo. De forma inconsciente, comprobaron que aquel tipo de guerra
había quedado atrás. Ya no eran capaces de lanzarse con decisión a
embestir a los romanos. Así que se limitaron a arrinconarlos y a aprovechar los combates ventajosos.
Amílcar no resiste a la vanguardia romana, pero da tiempo a Hannón
|
Incapaces de detener a los romanos, Amílcar fue derrotado, y aun tuvieron tiempo
las naves romanas de vanguardia para regresar a asistir a los demás,
y Hannón tuvo que huir sin haber cumplido su misión. Regresaron para preparar la
defensa de África.
Amílcar es puesto en fuga, y la mitad de la vanguardia regresa. Hannón
huye ante el riesgo de quedar atrapado entre dos frentes.
|
Así terminó la batalla de Écnomo;
la confirmación de que Cartago, su flota y sus tácticas habían
quedado obsoletas. Aun así, consiguieron salvar la mayoría de sus
naves.
Los romanos desembarcan en África.
Fuente. Arrecaballo |
Tras
la batalla, los romanos cruzaron el mar y desembavrcaron en la cosa
de la actual Túnez antes incluso de que los supervivientes
cartagineses de Énomo. Rápidamente se dispusieron a devastar las
fincas y campos de sus enemigos, que se encerraron en Cartago sin
salir a efnrentarse a ellos. Marco Régulo y Lucio Atilio asediaron
las ciudades fortificadas y tomaron las que no lo estaban.
Finalmente, Lucio Atilio fue llamado de vuelta, y Marco Régulo quedó
allí con una fuerza expedicionaria de quince mil hombres, quinientos
jinetes y cuarenta naves.
Marco
atacó la villa de Adi, y los cartagineses decidieron entonces
plantarles cara, pues ya sus fuerzas eran mucho menores. Pero
designaron a generales muy conservadores que, a pesar de disponer de
más y mejor caballería, además de elefantes, acamparon en una
colina, cerca de los romanos, arruinando su ventaja.
Régulo
era audaz y lanzó un asalto al campamento, de donde los cartagineses
tuvieron que huir por patas. Sin oposición, tomaron Adi, y se
dispuserion entonces a tomar Túnez, muy próxima ya a Cartago. Era
la mejor posición para establecer una base permanente. La ciudad de
Dido parecía condenada. Y entonces, una pequeña flota llegó al
puerto de Cartago, procedente de la Hélade. Su cargamento era un
grupo de mercenarios griegos, soldados de fortuna contratados por uno
de los reclutadores cartagineses que, meses atrás, había comenzado
su periplo en busca de nuevos guerreros. Y entre ellos, el arma más
poderosa: la esperanza.
El general Jantipo
Los mercenarios griegos ahora lucían así. Lámina de Angus
McBride para Osprey
|
Jantipo,
procedente de Esparta, había acudido a la llamada de los púnicos.
Había crecido en los años en los que el rey Areo I de Esparta había
despertado a la polis de su letargo de más de un siglo. Bajo su
liderazgo, la Liga del Peloponeso había derrotado a Pirro de Epiro y
mantenía una guerra atroz contra Antígono II de Macedonia. Los
soldados profesionales de la época, como el propio Jantipo, tenían
el culo pelado de batallar y habían mamado la doctrina de guerra
helenística.. En los escasos periodos de paz quedaban disponibles en
el mercado, y servían bajo los estandartes de ptolomeos, seleúcidas
o macedonios, o de quien estuviera dispuesto a pagar, como los
propios cartagineses.
Pues
bien, Jantipo llegó cuando los cartagineses acababan de ser
derrotados en Adi. Siendo una persona inquieta, estudió las tropas
disponibles, e investigó lo ocurrido allí, tomando notas sobre el
comportamiento en batalla de los romanos. Descubrió que, aunque
Cartago tenía nociones de los modos helenísticos de combate e
incluso había adquirido elefantes tras las constantes guerras con
los Ptolomeos de Egipto y disponía de una excelente y numerosa
caballería, los generales cartagineses no habían interiorizado los
principios más importantes de aquel modo de batalla. Rehuían de las
llanuras y las batallas campales frente a Roma, justo lo opuesto a lo
que había hecho Piro, o lo que hubiera hecho cualquier otro
estratego imbuido de las enseñanzas de Alejandro y sus sucesores.
Mientras
ocurría esto, Marco Régulo se dio cuenta de que su año de
consulado se iba a acabar, y decidió negociar con Cartago el cese de
las hostilidades de manera favorable para Roma, pues deseaba sobre
todo regresar como vencedor en África. Los sufetes se reunieron con
él, pero Marco estimó demasiada su ventaja y propuso unas
condiciones tan duras a Cartago que estos estimaron que aun
derrotados definitivamente por Roma, no estarían mucho peor.
Desesperados, pero con el orgullo intacto, rechazaron la propuesta
del cónsul y se aprestaron para la lucha.
En
esto que Jantipo se dirigió a ellos para convencerles de que podían
ganar si actualizaban sus tácticas. Desesperados por la necesidad de
conseguir la victoria, dieron al espartano el mando y pusieron todas
las tropas disponibles a su disposición. Y con Jantipo, su ejército
y sus libreta de notas bien llena de ideas, Cartago salió a campo
abierto a desafiar a los hasta ese momento terribles romanos.
La
batalla tuvo lugar en los llanos de Bagradas. Jantipo supo elegir el
lugar, como supo también leer la doctrina romana, su mentalidad y su
comportamiento en la batalla. Atentos, porque Bagradas cambió
realmente a Cartago. Fue en Bagradas donde Jantipo les enseñó a
machacar legiones.
Lo
que hizo fue disponier sus ciento y pico de elefantes en el centro,
en primera línea, con objeto de asaltar el frente de la legión.
Tras ellos dispuso a la falange de la ciudad, a una distancia
prudencial de los paquidermos. Posibio usa aquí el término
“falange”, y nótese que si leéis esa preciosa novela de Gustave
Flaubert llamada “Salambó”, el autor menciona explícitamente
piqueros cartagineses. No obstante, el consenso actual es que Polibio
se refería a una falange tipo hoplítico, formada por ciudadanos, no
soldados profesionales. Los piqueros requerían una estructura
militar que Cartago no tenía.
Asalto al frente romano en los llanos de Bagradas.
Fuente Historynet
|
Luego
dispuso a los mercenarios en el flanco izquierdo. Y, he aquí la
clave, la caballería cartaginesa se dividió en ambos extremos de la
línea, con una misión muy concreta que todos los que hayamos leído
sobre Aníbal Barca reconoceremos de inmediato...
Los
romanos se colocaron en un frente profundo y estrecho para encararse
a los elefantes y aguantar su carga, con su escasa caballería en
ambos flancos, de acuerdo a su tosca y predecible costumbre.
Pues
bien, Jantipo lanzó a los elefantes contra el centro romano y lo
machacaron. Aquel día se cansaron de pisotear, aplastar, lanzar por
los aires y dar trompazos a los infelices legionarios de Régulo.
Mientras, la caballería cartaginesa fue directamente hacia la romana
en ambas alas, la puso en fuga y entonces, rodeó la formación de
legionarios. Y al mismo tiempo, una vez los elefantes se habían
abierto paso a través de las líneas romanas, Jantipo lanzó a la
falange, fresca, descansada y con ganas de revancha, contra las
maltrechas legiones. Un yunque. Y dos martillos en las alas. Sólo en
su izquierda, los mercenarios fueron puestos en fuga por los romanos,
pero la batalla había quedado decidida en el centro, pues allí,
atrapados entre elefantes, caballería y lanceros cartagineses, se
consumó un exterminio de legiones.
Salvo
por los elefantes, de los que cincuenta años más tarde, Aníbal
Barca no tuvo en Italia, vemos aquí los mismos acordes principales
de la “sinfonía de la destrucción de Cannas”. De hecho, la
estrategia de Aníbal en aquella batalla fue una adaptación de
Bagradas a los medios que disponía, y obtuvo así los mismos
resultados que Jantipo: una de las victorias más brillantes y
aplastantes, y en este caso literalmente, que jamás sufrieron los
romanos.
Sólo
sobrevivieron unos cientos de romanos incluido el orgulloso Marco
Régulo, que tuvo que rogar por su vida a quienes sólo unos días
antes había amenazado con unas condiciones humillantes.
Los desastres en el mar
En
los meses siguientes, los romanos sufrieton terribles reveses con su
flota, no debidos a las batallas en sí, sino a los elementos. Una
flota enorme fue destruida por una tempestad mientras navegaba,
haciendo exhibición de fuerza antes las ciudades que no se habían
entregado, en la costa sur de Sicilia. Las rocosas playas quedaron
sembradas de maderas y d emuertos, y los cartagineses aprovecharon
para desembarcar con su flota en Palermo, con más de cien elefantes
y muchas ganas de volver a batallar contra Roma.
Los romanos no pudieron contra los elementos. Fuente Ancient History |
Pero
al año siguiente, los romanos lanzaron su flota hacia África de
nuevo, y tras varios desembarcos infructuosos, quedaron atrapados por
una bajamar frente a una isla. Tuvieron que tirar todo el equipo por
la borda para escapar en la siguiente pleamar, así que decidieorn
regresar a Italia, y llegando a Sicilia, otra tempestad les hundió
cien de aquellos navíos. Es interesante la reflexión que hace
Polibio sobre esto, porque remarca el carácter violento y el uso de
la fuerza como todo argumento y motor en las acciones romanos,
ignorando todo sobre el mar, enfrentándose sin prudencia a los
elementos, y desoyendo los consejos de los expertos. Vamos, le faltó
decir que los romanos se enfrentaron al Mediterranio a leches. Y
salieron muy mal parados.
Se
vieron así en su peor momento, porque entonces renunciaron al mar y
se centraron en la guerra terrestre, y cambieron de estrategia para
rehuir la batalla campal, porque los cartagineses dominaban de nuevo
los mares, y tras Bagradas, parecían invencibles en tierra. Ahora,
los romanos comenzaron a temer en verdad a Cartago y pensaron de
verdad que podían perder.
El ejército romano republicano en wargames
La descripción más detallada que se tiene de las legiones la dio el propio Polibio. De hecho, en DBA, el ejército se llama Polybian Roman, y su lista es la II/33.
Lo que nos dice Polibio es que funcionaba por líneas, y hacían relevos. El primer frente era la vanguardia de velites, hostigadores armados a la ligera. Luego iban los prínceps y hastati, legionarios típicos, con jabalina (el pilum que conocemos no estaba totalmente desarrollado en esta época), escudo, casco, armadura y escudo. Las armas las aportaban los propios legionarios, que no eran guerreros permanentes, sino hombres libres: campesinos, mercaderes, etc. La última fila la formaban unos veteranos llamados triarios, que cerraban los huecos y apoyaban las zonas más debilitadas. con lanzas y grandes escudos. En ambas alas formaba la caballería romana.
Bien, en DBA esto se representa con dos peanas de Cv (una de ellas general, más por limitación del juego que por realidad, ya que los generales no solían inmiscuirse en combate y la caballería tenía una función auxiliar); luego hay seis bases de Bd, que son los hastati y príncipes; 2 peanas de Sp (triarios) y 2 de Ps (velites).
Fuente: Little green Studio |
En AdlG, la lista es la 53, romanos republicanos. Es un ejército con mucho mando (4) y la posibilidad de enrolar estrategas. La caballería está realmente limitada. Los legionarios son infantería pesada, impacto y tienen posibilidad de equiparse con armadura pesada, y en un reducido número, ser élite. Luego hay opciones para tener legiones novatas, bajando calidades y equipo a mediocre y sin armadura. Luego hay unas limitadas opciones de auxiliares, entre los que encontramos galos, por ejemplo, o griegos, que ya no son hoplitas, sino Thureophoroi, representados como infantería media lanceros.
En FoG, me encantaba cómo estaban. Los legionarios eran HF, impact foot swordman armoured. ERan durísimos en impacto, pero las reglas representaban bien la ventaja de las falanges ordenadas, porque mientras estuvieran lanceros o piqueros en firmes, anulaban el "swordman" de las legiones. Claro, que en el turno de impacto, estaban igualados con piqueros y tenían ventaja sobre lanceros. Eran duelos muy emocionantes los de legionarios contra falanges.
Parte III Parte I
Parte III Parte I
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