viernes, 26 de octubre de 2018

El hogar en la antigua Escandinavia. La hacienda, la sala, la ciudad, el gran salón real.

El hogar en la antigua Escandinavia. La hacienda, la sala, la ciudad, el gran salón real.

La mayor parte de los antiguos escandinavos eran granjeros y vivían en haciendas dedicadas a las actividades ganaderas. La unidad económica y social de este pueblo era la granja. Estos asentamientos estaban compuestos por una sala principal y algunos edificios accesorios rodeados por una cerca o murete. Las haciendas se construían, por lo general, en lugares elevados que favorecieran la visibilidad y el drenaje del terreno, próximas a un curso de agua. Los campos adyacentes se dedicaban al cultivo de grano, vegetales (guisantes, repollo, cebollas), algunas frutas (manzanas, peras, cerezas, bayas), y sobre todo del pasto, necesario para alimentar al ganado durante el invierno.
Hacienda. Fuente: www.q-files.com

La actividad ganadera fue fundamento de la hacienda nórdica, especialmente el ganado bovino. Tal importancia quedó plasmada en el lenguaje, pues la palabra para «ganado» y «dinero» fue la misma. Las vacas lecheras, de menor alzada que en la actualidad, con unos ciento veinte centímetros de altura, proporcionaban leche que podía procesarse en alimentos de fácil conservación, además de carne. No tenían demasiados toros. La mayoría se sacrificaban. Eran una ofrenda habitual en los ritos, antes del invierno, para evitar que consumieran el forraje almacenado.
Las ovejas tuvieron su significación, apreciadas por su lana, su leche y carne. Se criaron caballos, el hermoso y resistente caballo norteño, de poca alzada, muy similar a los actuales caballos islandeses, no solo por su utilidad para la monta y el acarreo, sino también por su carne, muy estimada. Fueron animales de una especial consideración, utilizados en los sacrificios, en los banquetes rituales y en las peleas de potros. No hay saga antigua que no mencione con deleite la hermosura de algún caballo y encontramos más animales domésticos vinculados a las haciendas: cabras, cerdos, perros, gatos, ocas…
El cultivo de heno resultó esencial para mantener a todos estos animales durante el duro invierno norteño. El ganado se estabulaba y alimentaba con las reservas de forraje, de manera que la cantidad de ganado que sobrevivía a los fríos estaba estrechamente vinculada a la producción y el almacenaje de heno. En un cálculo aproximado que debe tomarse como mera orientación, se necesitaron más de dos toneladas de heno por cada vaca estabulada durante esta estación. Una granja media podía tener alrededor de veinte a cuarenta vacas lecheras. En un buen año podían producirse entre 0,5 y 0,9 toneladas de heno por hectárea. Esto supone que las granjas grandes requirieron de veinte a ochenta hectáreas de tierra dedicada al cultivo de heno para mantener su ganado durante el invierno.
Reconstrucción de hacienda en Lejre. Fuente: www.visitdenmark.nl
La recolección, la caza y especialmente la explotación de los recursos marinos (algas, peces, moluscos y ballenas) completaban la economía alimentaria de las haciendas nórdicas. Esta estructura de asentamiento se empleó desde tiempos previos a la era vikinga, y fue utilizada en las colonias escandinavas, con algunas modificaciones según los materiales de construcción y las posibilidades del entorno.

La sala
La sala era el edificio principal y el fundamento de todo asentamiento. Sus dimensiones oscilaban de los cinco a siete metros de ancho y de quince a setenta y cinco de largo, según la riqueza y el estatus del propietario. Los muros, dependiendo de la materia prima disponible y de variantes regionales, podían ser de piedra, madera, zarzo e incluso turba. Estas paredes se combaban hacia afuera, siendo más gruesas en su parte media que en los extremos, y podían aparecer apuntaladas por postes de madera.
Estructura, pilares, puntales y vigas eran siempre de madera. Los troncos de calidad y de la dimensión apropiada para la construcción no siempre estuvieron disponibles, y eso condicionó las características de los salones. Basta pensar en la escasez propia de asentamientos insulares de clima desfavorable, como Groenlandia e Islandia, y añadir que en la propia Escandinavia de origen la buena madera para construcción no estaba al alcance de todos. Como muestra, señalar que se ha observado una merma en las calidades constructivas de los navíos según avanzó la edad vikinga, en relación con la menor disponibilidad de madera apropiada.

Plantas de salas de diferente estatus. Fuente: madaconservation.org
Los pilares y demás elementos estructurales iban apoyados sobre basas de piedra que aportaban cimentación y aislaban la madera del contacto con el suelo, protegiéndolos de la podredumbre. El entramado de columnas sustentaba el tejado y los muros apenas soportaban tensiones de carga. La unión de estos elementos se realizaba mediante diferentes ensamblajes y clavijas de madera, antes que con clavos de hierro. La estructura interna consistía en dos líneas paralelas de postes de madera soportando las vigas. Estas líneas de pilares dividían el interior en tres espacios. El corredor central, más ancho, era tierra apisonada, en ocasiones enlosada con placas de piedra. El foso para el fuego estaba situado en el centro.
En los corredores laterales se elevaban los bancos, de madera o de tierra apisonada cubierta de madera. Eran profundos, de un metro y medio, y proporcionaban una superficie donde sentarse, comer, trabajar y dormir. Según las dimensiones de la sala y las necesidades, podía existir un banco a cada lado o solo en uno de los lados. No resultaba inusual encontrar bancos en salas de trabajo, como en la sala de las mujeres, de menor fondo, destinados tan solo a lugar de asiento. Cerca de la unión entre la pared y techo había unos agujeros para facilitar la evacuación del humo y permitir algo de iluminación natural. En ocasiones eran algo mayores y cumplían la función de ventanucos que podían cubrirse para mantener el calor interior. La luz natural entraba a través de las puertas abiertas y de estas limitadas aberturas, por lo que las salas eran oscuras y ahumadas, excepto en los días de mejor tiempo, en los que podían abrirse puertas y ventanas. Lámparas simples, fabricadas en piedra vaciada, donde quemaban aceites de origen animal, proporcionaban algo de iluminación suplementaria. Podía haber más de una puerta exterior en el edificio, habitualmente protegida por un soportal, con objeto de facilitar el acceso a las dependencias de trabajo.


Sala tipo. Fuente: ancient-origins.com




Algunas casas contuvieron objetos colocados bajo elementos estructurales, que han sido interpretados como ofrendas de culto. Se han encontrado hojas de lámina de oro repujada debajo de algunos puntales importantes, huesos de animales enterrados bajo los muros y puntas de lanza. El interior de las salas solía estar dividido en habitaciones mediante paneles de madera.
  • En ese caso, podemos encontrar distintos espacios:
  • Entrada o recibidor que hacía las veces de almacén, guardarropa de trabajo y de aperos y dormitorio de esclavos.
  • Espacio central multipropósito.
  • Cuadras.
  • Sala de las mujeres.
  • Salas de la familia, o lugares de reunión menos públicos que la habitación principal.
  • Letrinas.
  • Almacenes más o menos especializados (cubas, de heno, de alimento seco, etc.).
Ciertas partes de la bancada principal se cerraban con paneles de madera formando alcobas para los habitantes de mayor rango. Dentro, las pequeñas camas sugieren que se dormía reclinado o sentado. Las viviendas contaban con escaso mobiliario, destacando la existencia de cofres y arcones. Aparecían taburetes sencillos, de tarugos o de tres patas. El tan simbólico sitial no era una silla o trono, sino un lugar de honor destinado al cabeza de familia. En algún caso puede tratarse de una simple plataforma baja que hacía destacar a quien se sentara en ella. Tras el sitial se levantaban unos postes tallados, cargados de significado y vinculados al tutelaje espiritual familiar. Las familias pudientes decoraban sus muros con paneles de madera tallados, pinturas, telas, escudos decorados y tapices.

La ciudad
Existió cierto urbanismo a instancia de los reyes poderosos de la era vikinga. Centrándonos en Escandinavia, encontramos que en algún caso fueron asentamientos vinculados a antiguas sedes reales, como Upsala, pero, mayoritariamente se trató de ciudades-puerto comerciales creadas bajo el impulso real y su tutela, imprescindible para garantizar cierta paz comercial que permitiera el intercambio de mercancía, actividad que generaba ingresos a los soberanos en modo de impuestos. Estas ciudades podían no tener una vida muy dilatada, y muchas de las fundadas en un primer momento, a comienzos del siglo viii, desaparecieron y fueron sustituidas por ciudades de nueva creación a partir de siglo x.
Las ciudades se dieron en lugares de fácil acceso para los comerciantes, puertos localizados en enclaves estratégicos vinculados a las rutas comerciales de los nórdicos. La propia Escandinavia servía de centro y unión entre las rutas del este (rusas, bizantinas, árabes) y del oeste (inglesas, irlandesas y francas). Contaban con unas leyes que las regían de manera particular, suponemos que principalmente referidas a materia de tasas e impuestos, y estaban férreamente controladas por los reyes, mediante las figuras de representantes reales.
Recreación del asentamiento de Birka. Fuente: imgur.com


Estos asentamientos podían tener una ocupación continuada, pero la estacionalidad marcaba el número de habitantes. La climatología condicionaba el transporte de productos, y por lo tanto el número de personas vinculadas a su manufactura, intercambio y distribución. Los centros comerciales aglutinaron un entramado de artesanos especializados en la producción de bienes comerciales más que objetos de consumo cercano. Son frecuentes los talleres de distinto tipo. Dado que los habitantes no requerían producir lo que consumían, no vivían en haciendas ganaderas diseminadas como el resto de la población, sino en casas de menores dimensiones (cinco por diez metros en los ejemplos de Hedeby), con una sola habitación o divididas en talleres, almacenes, hornos… Los talleres podían ser exteriores. Una cerca ligera delimitaba las parcelas. Los techos de las casas casi se tocaban entre sí sobre los caminos pavimentados de madera. Podían darse viviendas de construcción más sencilla, de adobe o zarzo, o incluso de tiendas de tela, de uso estacional. La basura y restos se acumulaban en montones.
Estas ciudades estaban habitadas y compartidas por otros pueblos, aliados o socios comerciales, como curios, frisones, gotlandeses, eslavos, fineses… que, suponemos, aportaban sus propios usos constructivos, toda vez que se han encontrado sugerencias de la existencia de puertos separados, o la clara muestra de cementerios más o menos compartidos de distinto origen y tradición funeraria.

El gran salón real
A lo largo de la historia del pueblo escandinavo se dio una evolución estructural de la sociedad, desde pequeños grupos sociales independientes que compartían normas y costumbres, hasta la existencia de reinos supraregionales. Este cambio, desarrollado desde la Edad del Hierro escandinava y en su apogeo entre los siglos vi y viii, se debió a crisis (empeoramiento climático, pandemias) e impulsos (adopción de la vela en las embarcaciones, mayor abundancia de oro llegado a través de la estructura romana) y supuso el surgimiento de una élite de corte guerrero que aglutinó poder y riqueza en torno suyo. Estos caudillos, aunque ejercieron su influencia en un ámbito territorial y humano limitado, cambiaron la estructura social.

Alzados y planta de gran salón . Fuente: arqueolugares.blogspot.com
Incapaces, por la dispersión geográfica y política propia de la Escandinavia, de crear y sostener un entramado que les permitiera ejercer un control efectivo sobre el territorio, debieron valerse del poder ejercido de manera directa, esto es, vincularse a grupos de guerreros especializados que los respaldasen. Estas estructuras, de corte claramente germánico, son una evolución del antiguo comitatus. Organiza así el jefe su grupo de guerreros vinculados, su hird, y establece un dominio casi militar del territorio. Esto requiere, por una parte, un aporte económico importante que les permita vivir y equiparse de acuerdo con su condición de guerreros profesionales, y por otra, la elaboración de un imaginario de prestigio  alrededor de estas castas.






Planta de gran salón. Fuente: hurstwic.com


Nació la necesidad de vivir en un tiempo de conflicto casi constante. Conflicto que justificase la propia existencia de bandas guerreras y que permitiera una entrada de botín continuada. El prestigio fue sencillo de asociar a vistosos hechos de armas, a actuaciones de valor y heroísmo que, a instancias de los mismos caudillos, quedaron plasmadas en narraciones, poemas, sagas y cantos. Tan efectiva resultó esta campaña de reorganización social que se cree pudo incluir o influenciar a la propia práctica religiosa, no solo otorgando al caudillo un mayor papel prominente como oficiante religioso-ritual y sacrificador, sino también alterando la propia estructura del panteón nórdico. Así pues, ¿qué son Odínn y sus guerreros, el Valhöll mismo, el ideal de morir en batalla, sino una transposición de esta nueva estructura? La posición prominente de Týr en los episodios del Ragnarök y ciertas de sus atribuciones, tal vez reminiscencias de un pasado en el que ostentó mayor estatus, contrastan con el escaso papel de este dios en el resto de las «historias de los dioses». La numerosísima toponimia vinculada al dios Thórr, indicativa de la gran estima que despertó su culto, sus aspectos originales de dios campesino, vinculados a la producción y las cosechas, contrasta con el papel subordinado y su inclinación hacia el contexto guerrero posterior. ¿Fue la religión modificada por una élite que «creó» un dios, Odínn, a su imagen y semejanza, y distribuyó al resto de dioses, modificó sus aspectos y áreas de influencia, para adaptarlos en un reflejo del nuevo orden social?
Odinn
Los caudillos necesitaron de un lugar donde alojar estas «cortes de guerreros», al mismo tiempo que requirieron de un medio para demostrar su poder, riqueza y estatus. Surgieron los grandes salones, monumentales residencias reales desde las cuales los poderosos ejercían su influencia en el territorio puesto bajo su arbitrio. Dada la dispersa población y la compleja geografía, así como la falta de poder efectivo «más allá del alcance de su espada», cada rey dispuso de varios salones grandes entre los cuales viajaba. No existió una sede de poder única, y la corte, si podemos llamarla así, estaba donde estaba el rey. Recorría su reino acompañado de su hird, alojándose en sus múltiples residencias, e imponían su autoridad de una manera tangible, directa. En su ausencia, estas ostentosas viviendas eran un monumento a su poder y autoridad.
Como hemos visto, la religión muestra la impronta de estas sedes de poder cargadas de simbolismo, con todas las grandes residencias de los dioses mencionadas en los textos, con el Valhöll a la cabeza. También las encontramos innumerables veces en la literatura heroica y en las sagas. Para ilustrarlo basta mencionar el Heorot (Salón del Ciervo) del Beowulf, el gran palacio del rey Hroðgar, descrito con una carga y significado enormes.
Estas viviendas monumentales fueron erigidas sobre cerros naturales o terrazas artificiales, en centros de arraigo cultural y social. No estaban exentas de connotación religiosa y se emparentaron con la historia, real y legendaria, de un pueblo o linaje determinado. Así pues, las sedes aparecen junto a lugares de enterramiento muy anteriores, continuados o no, y sufren numerosas modificaciones y remodelaciones. Las casas reales del siglo ix se levantan en el emplazamiento de mansiones anteriores datadas en la era de Vendel (550-793 d. C.), o incluso antes, y en ocasiones dan muestra de una ocupación interrumpida. En un mundo donde la familia y la pertenencia a una estirpe son de vital importancia social, no cuesta imaginar la existencia de lugares ancestrales, sedes casi legendarias enraizadas en el tiempo, asociadas a un linaje antiguo.

Gran salón recreado en Lofoten. Fuente: wordandsilence.com

En lo físico, eran estas grandes salas un modelo magnificado (hasta ochentaitrés metros de largo) de la sala común escandinava descrita más arriba, y mantenían sus características y detalles en una dimensión mayor y con excelentes calidades de materiales y acabados, especialmente la habitación de banquetes, como lugar central social y destinado al culto.
Krake

 

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Muy interesante ver, la composición de los hogares y la ciudades scandinavas, muy buen aporte

    Hermandad del Grifo
    Chile
    https://hermandaddelgrifo.blogspot.com

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  3. Y a más de un reyezuelo lo quemaron sus enemigos bloqueando las salidas de los grandes salones y metiéndoles fuego.

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