Familia y honor en la antigua Escandinavia
La estructura social del nórdico antiguo estaba
vinculada a la familia o tribu. Como elemento nuclear importantísimo, único
módulo jurídico y político, fundamentó las leyes, costumbres, usos y la vida
misma. A pesar del profundo concepto de individualidad nórdico, la persona no
podía entenderse aislada, fuera de la pertenencia a un grupo familiar. Varias
familias vivían y trabajan en la misma hacienda, compartían la sala, los
quehaceres, la fortuna y las desgracias. Esta familia extendida consistía en el
cabeza de familia y su esposa, sus hijos, los familiares consanguíneos y
políticos, los granjeros o jornaleros que trabajan en la hacienda, los
sirvientes y sus familias, además de los esclavos. Una hacienda típica podía
haber consistido en un grupo de diez a veinte personas, sin excluir la existencia
de granjas pobres mucho menores, una pareja de esposos, por ejemplo, o grandes
y prósperas haciendas de decenas de personas.
Granja tipo escandinava. Fuente: www.newingtonnswn.edu.au |
Los estratos en los que se dividía la sociedad: libres
y no libres, ricos y pobres, hombres y mujeres. Todos estaban reflejados en la
organización de la hacienda. Las duras condiciones de vida, el rigor climático,
las enfermedades y plagas, así como la violencia del periodo condicionaron la
esperanza de vida (unos veinte años) con una mortandad infantil del cincuenta
por ciento. Según estimaciones arqueológicas, se trató de una población muy
joven. La mitad eran niños menores de quince años. Un quince por ciento tenía
más de cincuenta años. Tan solo un dos por ciento vivía más allá de los
sesenta.
Grupo familiar. Fuente: www.hurttin.com |
En el período vikingo, el honor, la familia y el
linaje eran de crucial importancia. La sociedad estaba unida por una serie de
tradiciones y normas, cuyo incumplimiento suponía la pérdida del honor y de la
aprobación de la sociedad. El concepto de honor, muy diferente al de otros
lugares o periodos, resultó de gran importancia como constructor social. En una
comunidad como la antiguo-nórdica, que no contaba con un gobierno centralizado,
una policía, un órgano ejecutor, en definitiva, la propia seguridad personal y
de bienes recaía en el individuo, en su familia, aliados y amigos. La buena
consideración social, vinculada de manera imprescindible a la reputación y al
honor como una medida de la credibilidad social, era necesaria para asegurarse
los apoyos imprescindibles para la propia supervivencia. Sin un sistema
escrito, donde todo contrato o pacto era verbal, el cumplimiento de la palabra
dada se convirtió en un requisito importante. Toda interacción social estuvo
condicionada por la percepción social del honor.
El honor personal se logró a través de atributos
particulares, como el coraje, la astucia, la generosidad y el compañerismo,
pero trascendió al individuo, ya que alcanzaba y construía la reputación
familiar. Los actos personales influían en su honor y en el de su familia. Se
trataba de una herencia recibida de los ancestros y un presente para los
sucesores, por lo que deseaban preservarlo y enriquecerlo en lo posible con las
propias acciones. Se le otorgó, además, gran importancia a la reputación dejada
tras la muerte, considerada como la más importante dote; una garantía de
pervivencia. El honor trasciende a la persona y a su propia vida. Fama y
reputación son todo lo que perdura tras el fallecimiento.
Rito familiar. Fuente: www.historyweddingblogspot.com |
Por todo ello, se desarrolló un celo casi excesivo y
puntilloso en la observancia de la propia dignidad y se esperó que cualquier
merma del honor, independientemente de su magnitud, se corrigiera a toda costa.
El deshonor, entendido como el quebranto del estado de dignidad personal,
ocurre cuando un individuo sufre algún tipo de injuria sin la exacta
retribución o compensación, y daña, por extensión, la honra familiar, la
dignidad heredada de los antepasados y el propio legado. En una sociedad tan
hipersensible con el asunto, toma muchas formas: ataque físico, sobre todo si
implica derramamiento de sangre, robo, daño a la propiedad, reparto no
equitativo de ganancias o recursos, trato injusto en los negocios, insultos,
calumnias, comentarios licenciosos, faltas de respeto de diverso tipo y, en
general, casi cualquier cosa que el ofendido considere impropio del trato que
cree merecer.
La ley trata de regular estas situaciones y recoge
extremos que resultan llamativos, como sancionar el ensuciar la ropa de otro, o
exigir un duelo, o el asesinato del injuriador por determinados insultos
verbales, so pena de severos castigos al consentidor. En el caso de ciertas
injurias, era aceptable una compensación económica acorde al daño. Otras
permitían o exigían un duelo. En algunas situaciones no solo la costumbre,
también la ley permitía una venganza violenta. Lejos de resultar un
despropósito, este delicado y complejo sistema de observancia del honor y
gestión del deshonor, desarrollado por la ley y la costumbre, tuvo pleno
sentido en su contexto y reguló de manera bastante efectiva los conflictos
sociales en su circunstancia geográfico-temporal.
Duelo judicial. Fuente: www.ancientpages.com |
Como una venganza de estas características tiende por
su propia naturaleza a intensificarse continuamente, involucrando a más y más
personas en sus lazos de odio y derramamiento de sangre, es beneficioso para la
sociedad misma desarrollar mecanismos limitantes para proteger no solo a sus
miembros y familias individuales, sino también a la sociedad como un todo. La
costumbre, la conservación continuista del poder en torno a linajes
tradicionales que podían moderar con su influencia el conflicto, las leyes, el
impulso legislativo y ordenador de los régulos y reyes, la construcción de una
moral contraria al exceso vengativo y la posterior influencia de la Iglesia,
trabajó para canalizar y contener las situaciones desmedidas.
Muestra la literatura, no siempre exenta de intención
moralizadora, política e incluso doctrinal cristiana, un gusto enorme por estos
asuntos de honor y venganza, siendo fundamento de la gran mayoría de las sagas
históricas.
Krake
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